Las mujeres volvieron a su mesa donde el otro par esperaba con miles de preguntas que querían hacer. —Creo que es momento de irnos — dijo Samantha muy seria aún siendo consciente que acababa de llegar su pedido. —Pediremos que nos lo pongan para llevar — agregó el rubio llamando a la moza que se acercó ruborizada a la mesa. — ¿Todo bien? — susurró el morocho a la chica a su lado, ella se limitó a sonreír —. Tu teléfono está sonando hace un rato — dijo señalando el aparato. — Gracias — dijo ella tomándolo en el momento que volvió a sonar y el morocho pudo leer “Javiercito” en la pantalla. No logró evitar hacer una mueca de desagrado —. Perdón, atiendo afuera — se excusó y salió. Jeremías la miraba fijamente, notando como hablaba muy calmada con la persona al otro lado de la llamada, ob