Había pasado casi un mes buscando un lindo lugar y de todos los apartamentos que hemos ido a ver, mi madre siempre encuentra un defecto y estoy comenzando a desesperarme porque siento que es porque no quiere que me vaya de casa.
–Mamá –la detuve antes de salir a ver unos apartamentos –, si hoy no encontramos un lugar, mañana tomaré mis cosas y me iré a vivir con Sara –la amenacé.
En cada lugar mamá siempre encuentra algo que no le gusta y se me estaban acabando las opciones, no quería irme al otro lado de la ciudad, quería algo cerca de aquí y de mi trabajo.
Mamá observó a papá un momento y luego asintió, dijo que si a mí me parecía, no se metería en mi decisión. Salimos a ver el primero que esta a un par de cuadras… no me gustó, estaba en la planta baja y era muy oscuro, acalarodado y pequeño, salí de ahí más decepcionada que nunca; papá me animo para ver el otro, así que seguimos.
Fuimos al otro edificio, es un edificio color blanco con dorado, parece muy elegante, me sorprendieron los precios bastante razonables, así que subimos el ascensor hasta el séptimo nivel seguido de un pasillo, era muy silencioso, la señorita nos explicó que estaban prohibidas las mascotas y que la mayoría de los inquilinos eran jóvenes y trabajan entre semana; así que solía estar silencioso, sin embargo, en ocasiones se hacían fiestas en la terraza que necesitaban una solicitud aprobada con anticipación, la terraza está hecha para ese tipo de eventos y evitaba que el sonido se escuchará a los pisos de abajo.
Entramos por esa puerta blanca y tenía un pequeño pasillo que al fondo del lado izquierdo tenía dos puertas, ella indico que eran las habitaciones; del lado derecho había un espacio grande a lo que supuse es para la sala con el fondo de un gran ventanal dónde entraba la suficiente luz después seguía una pequeña cocina para una o dos personas, tiene el suficiente espacio para mí y me había gustado, en especial la vista, así que no lo pensé mucho y lo pedí. Mamá no dijo ni una sola palabra, creo que pensó que diría algo malo, pero estaba a 20 minutos de casa, así que le convenía este lugar, solo me faltaban los muebles y podría mudarme.
Por mucho que mamá quisiera decorarlo, sabía que sería demasiado extravagante y no le iba a permitir colores chillones, quería algo sencillo, este era mi espacio ahora y tenía que marcar los límites desde ya.
*
Otra semana de trabajo comenzó, había empezado mi rutina diaria nuevamente y el ritmo de la empresa seguía, todo el trabajo atrasado esta concluido.
–Señor Wiles –entre a la oficina, está detrás de su escritorio y no lo he visto nada bien estos días –. Iré a almorzar. ¿Necesita algo antes de que me vaya?
–Estoy bien, Sam.
No lo estaba, tenía unas ojeras terribles y parecía cansado, agotado y triste, había pasado los últimos días aquí, admito que primero pensé que era por la carga de trabajo, pero ahora ha sido demasiado.
–¿Quiere que le traiga algo? –pregunté. Posiblemente ni siquiera había pedido comida –. Voy a comer y puedo pedirle algo, no me costaría nada.
–Pediré algo más tarde –mintió, lo sabía por la sonrisa forzada que me dió –. Ve que se te hace tarde.
Ya había quedado con Sara para que me acompañará a ver unas cosas para el apartamento y si necesito mudarme pronto porque ya estoy pagando renta y no me he instalado del todo.
–Intentaré regresar pronto –mencioné antes de salir.
No queria dejarlo así.
Pase por Sara a su oficina, parece que tenían un problema en Recursos Humanos, ella es la secretaria del señor Miller el encargado de esa área, finalmente salimos y fuimos a ver las cosas, ya tenía comprado unos muebles, pero necesito las cosas extras, algunos utensilios de comida y sábanas para la cama.
–Este –alzó la voz Sara.
–Ese no –devolví la lámpara en forma de m*****o masculino.
–Es tu apartamento, puedes colocar lo que sea –sonrió volviendo a tomarlo.
– No quiero eso en mi apartamento –lo devolví nuevamente –. ¡Ya no lo tomes! –le amenace y ella levantó las manos.
–Esto es emocionante, me vas a invitar ¿verdad? –me siguió a la caja y asentí –. Podemos ir de fiesta, llevar chicos y da igual porque estaremos cerca del trabajo.
–Nada de chicos –la amenace otra vez, ya me estaba arrepintiendo de haberle dicho que me mudaría.
–Por favor Samy, ¿Hace cuánto no estás con alguien? Desde que entraste a la empresa solo has babeado por el jefe, es hora de que te diviertas.
–No digas eso en voz alta –le advertí porque la cajera nos miraba con diversión escuchando nuestra loca conversación, le dió igual y siguió hablando. Además quien no babeaba por Sebastián.
Salimos de ahí, pasamos a traer comida y nos dirigimos al apartamento.
–Que elegancia la de Francia –comentó Sara cuando entramos –. ¿Cuánto ganas, Samy?
–No es tan caro como se ve –mencioné cuando entramos al elevador, había un chico de cabello castaño y ojos claros que nos sonrió al entrar.
–Pues a mí me parece que sí, aparte que tú eres rica y yo pobre, entonces nuestro nivel de no es tan caro es diferente –comentó y note que el chico comenzó a reír.
–Yo no… –alce la voz, pero me detuve a bajar el tono –. Yo no soy rica, deja de decir esas cosas.
–Tu amiga tiene razón, no es tan caros como se ve –interrumpió el chico.
–Lo ves –señalé.
–Tengo la teoría que lo hicieron con material barato y un día nos caerá encima –señaló al techo.
–¡¿Qué?! –exclamé con sorpresa.
–Solo estoy bromeando –soltó una carcajada y eso no me alivio para nada –. Es broma, tu expresión valió la pena –seguía riendo –. Soy William, pero pueden decirme Will
–No digas esas cosas, que mi amiga se asusta con facilidad –respondió Sara –. Soy Sara y tu vecina paranoica es Samy.
–Eso no fue nada gracioso para mí –le reclamé.
–Bueno, déjame compensarte –levantó las manos –. El sábado daremos una fiesta en la terraza y serás mi invitada.
Dudé un poco y miré a Sara que me hacía una expresión de que sí.
–Pueden venir las dos, vale –añadió al notar mi inseguridad y afirmamos.
El ascensor se abrió y salimos, Will siguió, parece que vive unos pisos más arriba.
–No llevas ni un día aquí y ya te invitaron a una ¡Fiesta! –chilló Sara cuando entramos al apartamento.
–Baja la voz que todos te van a escuchar –le advertí –- Y de todas formas no sé si voy a ir.
–¿Por qué? Viste a ese chico es obvio que la invitación era para ti –me señaló.
–¿En serio? –parpadeé –. Pero él dijo que las dos podíamos ir.
–Por favor Samy, no te diste cuenta –me reclamó –. Serás mi invitada, déjame compensarte, sonrisa, ojitos… ¡Estaba coqueteando contigo!
–No es cierto –la ignoré sacando la comida, nos habíamos tardado comprando cosas y ahora teníamos que comer rápido para regresar a la oficina.
–Samy, tu mencionaste que quieres ser independiente y madurar, por favor date una oportunidad con alguien y Will parecía muy interesado, además es guapo, gracioso y sexy –comentó.
–Ya mejor come rápido que tenemos que regresar –le señalé la comida.
–Ni me lo recuerdes, el idiota de Miller anda de mal humor –escupió.
Nos apresuramos a comer y regresamos a la oficina, la verdad aún no había decidido si ir a la fiesta o no; porque definitivamente no era lo mío, pero tal vez Sara tenía razón y tenía que probar cosas nuevas además desde Malcom no había salido con nadie y seguía pensando en que debía hacer si Sebastián Wiles siempre estaba en mi mente y seguía haciendo este tipo de cosas como traer el almuerzo que me había dicho que no le pidiera, definitivamente no tengo cura para esto.
Hola, no lo olvides si te gusta la novela, agregala a tu biblioteca, besos