NICK Desde que era niño, y apenas tenía uso de memoria, mi nana me enseñó que debía ganarme la vida aunque para el resto del mundo no existiera. Había dejado de existir desde el fallecimiento de mis padre en aquel accidente aéreo. Pude conseguir un nombre gracias a ella, y nos la vivimos viviendo de ciudad en ciudad cada año. Tuve siempre la idea de fundar mi propia compañía aún sin saber quién era en realidad. Solo tenía cuatro años cuando todo pasó y se volvió tan confuso que crecí siendo simplemente Nick. Sin embargo, verme ahora aquí frente al cretino que me quitó a Verónica, a punto de tener una negociación por nuestros servicios, no era lo que yo había planeado. — Oh, Nick veo que llegas justo a tiempo —me saludó Armando, mi socio.— Te presento al señor Erik Voinescu, es el clie