tragedia
Érase una vez, en una gran y hermosa ciudad de Italia, llamada Mantua, vivía una agraciada joven con su familia. Esta, de nombre Mariella Ferrara, lucía una belleza etérea; piel pálida, cabello castaño ondulado, unos grandes ojos verdes llenos de gracia y cualidades cautivadoras para cualquiera que pusiera su mirada en ella. Poseer tal belleza era una bendición, pero para Mariella fue una maldición.
El cuarto día del mes de noviembre del 1945, como de costumbre, Mariella salió precipitada en búsqueda de moras silvestres para hacer jalea a su familia. Le encantaba aventurarse por los bosques cercanos sin compañía, pues se la pasaba todo el día con su madre y hermanas sin posibilidad de apartarse de ellas. Veía el recoger moras como el único escape de la realidad en la que vivía, puesto que Mariella, a pesar de tener una familia adinerada y poderosa, no se sentía satisfecha con su vida, ya que pensaba que era prisionera de una sociedad a la que no le importan los sentimientos de las personas, sino que solo se preocupa por estatus social y poder. La joven de gran corazón solo quería sentirse libre, así que para aliviar sus penas hizo lo que mejor sabía hacer: recoger moras.
Todo marchaba bien y Mariella se encontraba en estado de alegría al ver la enorme cantidad de moras que pudo conseguir, todo era emoción y paz hasta que de repente un sutil ruido en seco de lo que parecerían ser pisadas la deja pensativa - Que raro - Se dijo a sí misma, pues siempre iba al bosque en horario de trabajo, por lo que no esperaría encontrar a nadie. Ya lista para regresar a su casa, Mariella toma la cesta llena de moras silvestres y decide partir. Al retirarse de aquel bosque oscuro pudo sentir que algo andaba mal; no se sentía como siempre, el ambiente se había hecho pesado produciendo un estado de consternación en aquella joven inocente. De repente, mientras caminaba escuchó varios pasos y ramas rotas, no se detuvo a observar lo que pasaba, solo quería volver a casa lo más rápido posible. -Ha de ser un animal- pensó.
Después de unos largos minutos de caminata, se detuvo a tomar aire y a pensar aún más en lo sucedido. Aquellos sonidos extraños les recordaron a unos años atrás, cuando salió con algunas de sus amigas, varias de ellas judías. Estuvieron paseando por la ciudad y hablando, una de las amigas de Mariella le había comentado que había sido testigo de la crueldad de los soldados nazis llevándose a una familia judía a un campo de concentración. Obviamente todos habían escuchado rumores y sabían perfectamente lo que sucedía en esos lugares. Más tarde y como si se tratase de una invocación, escucharon ruidos un tanto peculiares, pero no prestaron atención alguna, de repente y sin aviso previo, cuatro soldados alemanes atacan a las chicas separando a las judías y luego llevándoselas a la fuerza a quien sabe dónde. Sin duda fue un evento traumático para Mariella, quien para apaciguar su preocupación se dijo a si misma -No sucederá nada malo - cuando de repente, alguien la toma bruscamente del brazo, esta sin saber lo que sucedía, trata de hacer un forcejeo, más, sin embargo, no consigue quedar libre, pues su atacante parecía estar en forma. Al ver que no podía hacer nada solo se volteó y miró fijamente a unos grandes ojos azules llenos de lo que parecía ser maldad. No pasó ni un segundo cuando de repente su agresor utiliza un pañuelo drogado haciendo que esta caiga inconsciente.
Cuando despierta, se da cuenta de que su ropa estaba desgarrada y se encontraba con un inmenso dolor, al parecer había sido abusada. La primera reacción de Mariella fue de llorar; lloró como nunca lo había hecho, no sabía lo que había pasado, no sabía qué hacer, no sabía qué pensar, por lo que no se movió de su lugar. Al mirar a su alrededor se da cuenta de que se encontraba en un callejón oscuro y sin personas a la distancia. No pasó mucho tiempo cuando de repente unos policías la encuentran tirada en aquel lugar donde fue arrebatada su inocencia. Aun en estado de shock, Mariella estaba siendo llevada a un hospital, al que más tarde llegaría toda su familia preocupada.-Mariella… ¿Qué te hicieron? – Le preguntó su madre con lágrimas entre los ojos, más, sin embargo, Mariella quien aún seguía procesando lo sucedido no pudo responder.
- ¡Quiero que encuentren a quien le hizo esto a mi hija y me lo traigan! - Gritó su padre visiblemente alterado.
Luego de aquel fatídico evento, Mariella fue llevada a psicología unas cuantas semanas, y allí sanaría un poco esa gran herida que la dejaría marcada de por vida. Toda su familia estaba triste y enfadada por lo que le había sucedido. Si bien se encontraban mal por la situación de Mariella, había algo que les preocupaba aún más: su reputación, por lo que el padre de familia sobornó a los policías e hizo todo lo posible para asegurar que la verdad de lo que le había sucedido a su hija no saliera a la luz. También abrió una investigación para descubrir la identidad del desgraciado que había hecho el mal, pero no consiguió nada y dejó el caso en el olvido. Pasó más tiempo y todo parecía volver a la normalidad, hasta que de repente, Mariella se da cuenta de que algo pasaba, últimamente sufría de una severa cantidad de náuseas y tenía ciertos síntomas que indicaban que algo no iba bien. Un día, durante una cena, Mariella tuvo náuseas y no pudo contenerse, en ese momento todos en la familia se dieron cuenta de que algo estaba sucediendo, ¿cómo podría ser posible tener esos síntomas extraños tan seguido? Se preguntaron, así que decidieron llamar a un doctor privado esperando que la situación no sea grave. Anna, la madre de Mariella, ya sabía lo que estaba sucediendo, obviamente reconocería la situación ya que la había vivido varias veces mientras estaba embarazada. Sin embargo, está intentando deshacerse delas ideas que la atacaban, comenzó a rezar. Pasaron varios minutos de silencio y preocupación hasta que el doctor sale de la habitación en la que estaba con Mariella y le dice a su familia - ¡Felicidades! Su hija está en cinta - (embarazada).