CAPÍTULO SEIS Ella está ascendiendo hacia la iglesia, y la luna de sangre proyecta la silueta de su cuerpo en el pavimento con el aspecto de un insecto estirado—una mantis religiosa o quizá un ciempiés. Suena una campana, una enorme campana por encima de la catedral, congregando a las gentes para que vengan a presentar su devoción y cantar sus alabanzas. Sin embargo, Mackenzie no consigue entrar a la iglesia. Hay un grupo de gente en la escalinata frontal, congregándose junto al portón de entrada. Allí ve a Ellington, además de a McGrath, Harrison, a su madre y su hermana, incluso a su antiguo compañero, Bryers, y algunos de los hombres con los que ha trabajado mientras era detective en Nebraska. “¿Qué están haciendo?” se pregunta. Ellington se vuelve hacia ella. Tiene los ojos cerrado