CAPÍTULO VII
Margit se dirigió a la puerta.
—Su Majestad puede llamar cuando me necesite.. . murmuró, y haciendo reverencia salió de la habitación. Xenia se volvió hacia Johanna, quien estaba de pie en el extremo opuesto de la alcoba, junto a la puerta, vestida con ropajes de viuda.
Su vestido, demasiado elegante para una mujer embargada por la pena, revelaba su esbelta figura.
Completaba su atuendo un pequeño sombrero y un espeso velo n***o que cubría totalmente su rostro.
Levantó el velo con sus manos enguantadas y Xenia vio que estaba sonriendo.
—¡Aquí estoy!— exclamó Johanna—. Y no me digas que estás sorprendida de verme.
—No… sorprendida no— logró contestar Xenia—. Pero te esperaba ayer. . . o anteayer.
Johanna se acercó a ella y de nuevo Xenia sintió la extraña sensación de v
