Me remuevo en la cama, siento incomodidad, frío en extremo y las cobijas no me son suficientes para entrar en calor. Abro los ojos con pesadez, el reloj de la mesita de luz da exactamente las cuatro y media de la madrugada, tengo la sensación de haber estado con Dumah pero eso es imposible o tal vez, ¿Lo soñé? Antes de que pueda intentar seguir durmiendo una alarma comienza a sonar, fuerte y casi dolorosa para mis oídos, por los pasillos hay revuelo y gritos, no sé qué ocurre. Decido sumarme al alboroto pero en cuanto quiero incorporarme en la cama siento una fuerza lanzarme hacia atrás y tomarme por el cuello dejándome inmóvil, mis ojos enfocan el rostro sonriente de Exael. ― Buenas noches princesita, ¿Cómo te ha tratado el manicomio? ― parece a gusto con la situación. ― ¡Suéltame! ¡A