Notaba las miradas de una chica bastante alta, de piel trigueña y cabello n***o. Imaginaba que era la ex esposa de Salvatore, cotilleaba con sus amigas mirándome. Seguramente críticas, porque así son las mujeres, no me incluyo porque yo soy diferente. No habló mal de las mujeres al menos que se lo merezcan, así que sonreía mirándolas para que notaran que me di cuenta. Luego de un rato se acercó con su prometido a la mesa en la que nos encontrábamos, Salvatore se levantó para saludarlos y lo imite. —Salvatore, has venido—saludó la muy cínica.—, Te presento a Mateo, mi futuro esposo. —Hola Mia, claro que vendría no podía perdérmelo—sonrió, pero sentí su tensión—, Ella es Sarah, mi prometida. —Un gusto, muy bonita tu velada—respondí tendiéndole mi mano, la aceptó e inmediatamente sus ojos