Estaba recién graduada de la universidad, hoy había recibido mi título. Era administradora de empresas por fin, después de largos y arduos años había sucedido. Era mi momento, hoy era mi gran noche de celebración. Llegue a casa, vivía sola me duche por un largo rato y me vestí con el vestido más sexy que encontré en mi armario, era rojo y me llegaba unos seis dedos arriba de la rodilla. Me coloque unos tacones aguja negros y un pintalabios del mismo color del vestido. Rice un poco mi cabello y pestañas, estaba lista. Aplique perfume y tome mi bolso, el claxon del auto de mi amiga Miriam sonó y sabia que ya estaban afuera esperándome.
Salude a todas y subí en el auto, llegábamos al bar donde celebraríamos, uno de los más lujosos de la ciudad. Donde todos los magnates y personas importantes venían, era muy caro pero a la vez accesible. Nunca pagábamos la entrada que costaba casi cien dólares por persona, porque el novio de Sarahi era el guardia. Nos dejaba pasar gratis siempre, los tragos siempre nos sobraban, al igual que las miradas al entrar. Nos acercamos a la barra y tomamos asiento.
—Sarah, ya tienes al primer admirador.—musito Miriam susurrando, todas hicieron burla. Me lo señalo con la barbilla y en acto desprevenido voltee a mirarlo y este me saludo con la mano.
Era alto y mayor, quizá de unos 35 años o más, yo había cumplido los 21 hace pocos días. Estaba vestido con traje y usaba un reloj que divise de la marca Rolex.
—¡Es un vejestorio!—reí al compas de ellas.
Colocaron nuestra canción favorita, un reggaetón de años atrás. Comenzamos a bailar sensualmente de un lado para otro lado, tocando nuestro cuerpo y sacudiéndolo al ritmo de la música. Los tragos invitados por parte de nuestros observadores comenzaron a llegar. Bebimos un sin fin de cosas, cerveza, vino, tequila, vodka, ron, whisky y margaritas. Sabíamos el riesgo que corríamos por recibir bebidas de extraños pero este lugar era exquisito y distinguido, cualquiera que entrará aquí era alguien importante. Aunque bueno no siempre, sin embargo eso no nos importaba, solo amamos divertirnos gratis sin tener que pagar absolutamente nada.
Llevábamos tiempo viniendo a este bar, desde que tenías 16 nos infiltrábamos. Anhelaba conocer un magnate que me lo diera todo, me diera la vida de reina que me merecía. Pero hasta ahora no había conocido a nadie importante, solo un abogado que se había acostado conmigo siendo casado, me pagaba la renta de mi departamento y la universidad. Algunos así había conocido, pero eran casuales.
Mi cuerpo estaba caliente y sudaba mucho, saque de mi cartera una servilleta y seque el sudor. Me senté en la barra viendo como seguían bailando mis amigas.
—Sarah, te envían esto—dijo el bartender tendiéndome una copa de whisky mi favorito.—, Te lo manda el señor de traje azul.
Sabía que era el que me había saludado, cuando recién llegamos. El señor mayor, había estado con algunos con sus cuantos años, pero que llamarán mi atención. Regrese a mirarlo y le sonreí coquetamente, no tenía gracia alguna que llamará mi atención, más que unos encantadores ojos color miel casi dorado. Pero nos podría servir una buena ronda de tragos. Inmediatamente se acercó a mi, sentándose en el taburete de al lado.
—Buenas noches, bella dama—saludó tan formal y señorial.—, ¿Cuál es su nombre?
—Sarah, Sarah Fox—dije extendiéndole mi mano, la tomó y beso. Poco hacían ese gesto que era tan encantador, muy caballeroso.—, Trátame por mi nombre, no tan formal. ¿Cómo te llamas?
—Perfecto será todo un placer, Mi nombre es Michael Bloom.—se presentó.
—Un gusto, señor Michael—anuncié.
—El gusto es todo mío, creí que sin formalismos.—dijo seductoramente.
Reí mientras cruzaba mis piernas y sonreía, conversamos un poco acerca de los dos, le conté que estaba recién graduada y me dio un cheque de obsequio por mi "graduación". Tomándome por sorpresa, lo acepté pero cuando pidió mi número no se lo di.
La noche pasó amena, compartimos algunos tragos mientras conversábamos de economía, también habíamos bailado un poco de salsa casino. Luego se ofreció llevarme a casa, pero lo rechacé argumentando que había venido con mis amigas y no podía hacerles el desplante. Entendió todo y se marchó.
*****
Era lunes por la mañana y tenía mi café en mano junto con la prensa, estaba buscando entrevistas para comenzar a trabajar cuanto antes. Había seleccionado algunas de secretaria porque habían pocos anuncios referentes a mi carrera. Solo había dos anuncios donde solicitaban una administradora, asistiría a las entrevistas de todos los empleos, necesitaba un trabajo lo antes posible.
Me duche y recogí mi cabello en un perfecto moño de bailarina, deje algunos mechones sueltos. Use unos aretes largos y me maquille sutilmente pero resaltando mis labios con rojo. Me coloqué una falda lápiz gris oscuro, con una camisa de botones blanca y un blazer a juego con la falda. Mis tacones blancos y unas pulseras con un fino collar. Me veía elegante y sexy justo la impresión perfecta si el jefe era hombre claramente.
Tomé un taxi a la primera entrevista para el puesto de administradora y ayudante contable. Espere mi turno paciente pero esté no llegó, habían escogido a la chica que estaba antes de mí. Por lo que oí tenía una excelente experiencias verificable. Recogí mi decepción y fui a la siguiente dirección que estaba cerca del edificio en que me encontraba. El puesto era para secretaria pero ofrecían un buen sueldo.
La entrevista la realizó una chica que no logré impresionar ni un poco, seguía sin perder mis esperanzas, continúe hasta el siguiente edificio, subí por el ascensor hasta el piso 8, era una empresa concesionaria de autos, le dije a la secretaría que venía por el puesto de administradora y me dijo que esperará ser llamada.
El tiempo pasaba, muchas chicas y chicos salían cabizbajos. La secretaría anunció mi apellido y tomé mi carpeta con todos mis documentos y mi titulo. Al entrar mi boca formo una enorme o, el señor formal de la noche del bar estaba sentado junto a tres hombres más.
—Buenos días—saludé formal.
El rostro de Michael se palideció al verme, pero a su vez la sorpresa como a mí. Los demás hombres me miraron con intriga y lujuria. Estaba acostumbrada a causar esa sensación en los hombres, pues era muy bien dotada con el cuerpo que me toco.
—Buenos días, señorita...—alargó sin saber mi nombre.
—Sarah Fox—corrigió Michael antes que pudiera hacerlo yo. Los demás lo miraron con sorpresa pero para disimular él tomo el folder que tenía en la mesa.—, Así que cuéntenos señorita Fox, ¿Por qué deberíamos contratarla si esta recién graduada y su experiencia es inexistente?
—Bueno la experiencia se forja en base a oportunidades dadas, me gradué recién es correcto. Pero creó que olvido leer la parte donde dice en grande y en cursiva que tuve honores y reconocimientos al mérito como mejor estudiante de la facultad—dije con orgullo.
La sorpresa tomó el rostro de los cuatro y me miraron con admiración. Imagino que no esperaban una respuesta así de mi parte.
—Desconozco la opinión de mis socios, pero de mi parte está contratada—dijo el más mayor de los cuatro, por lo que imaginé que era el jefe o gerente. Así que Michael era socio.
—De mi parte, igual. Fue una muy buena respuesta, por lo que pienso que al ser genuina y ágil debe proceder de mejor manera aún en su área.—argumentó el señor que le seguía al gerente.
—No tengo discusión alguna, su facultad se expresa muy bien de usted—dijo el último y solo faltaba Michael.
—¿Y tú que opinas Michael?—le preguntó el gerente.
—Contratada.—dijo sin dejar su pose seria.