Suspiro al masticar la pasta. Está tan deliciosa, que es imposible no cerrar mis ojos. Estamos sobre la cama, aunque creí que almorzaríamos en el balcón, pero me sorprendió que me pidiera quedarme aquí. Después de ducharnos juntos, él me trajo cargada hasta aquí, buscó otra camiseta suya y él mismo me la colocó en mi cuerpo, luego de eso, se fue a atender unas llamadas en la misma habitación, dejándome costada aquí.
Me di cuenta, de que hay cuatro puertas en esta habitación. Donde él estaba, es una oficina entera y bien equipada, no me quiero imaginar que tienen las otras, por eso, aunque llevamos ya unos minutos almorzando en total silencio, oyéndose únicamente mis suspiros soltados en cada probada, deseo saber. No me quejo por el silencio, es agradable, pero yo hablo mucho y se me hace
