Sirvo dos vasos con coñac bajo la atenta mirada de mi abogado y mejor amigo. En el momento en que Serafina, abandonó mi habitación esta mañana, prometiéndome volver para almorzar juntos, no dudé en llamar a Alessandro para una reunión de emergencia. Me maldijo, me mandó al carajo por hacerlo aplazar sus asuntos para venir aquí al castillo y conducir desde la ciudad a esta zona de último momento, pero al final accedió y aquí está, mirándome mientras le ofrezco el vaso de cristal lleno del líquido ambarino, escudriñándome con interés, siendo en este momento el abogado perspicaz que es. De quererse negar, jamás iba a poder, porque su deber es soportarme a mí, así como yo lo soporto a él. —¿No crees que es demasiado temprano para beber alcohol? —La ocasión lo amerita —le respondo recost