—Leoncito, mantén tus manos alejadas de mí. Déjame ser quien mande ahora. Déjame explorarte —mencioné, sintiendo cómo toda la timidez y vergüenza que había experimentado momentos atrás desaparecía por completo. —Mar… Sus palabras quedaron atrapadas en su garganta cuando poco a poco comencé a bajar su boxer. No podía creer lo que estaba viendo. ¿Acaso ese tamaño era normal? —¿Qué sucede? —preguntó Leonardo, viéndome con una expresión preocupada. —Eso es lo que… ¿eres humano? —pregunté, sin despegar la vista de aquello que no dejaba de mirarme, apuntando directamente hacia mí. ¿Cómo era posible que un hombre pudiera ocultar ese tamaño y grosor dentro de un pantalón? Definitivamente, Leonardo no era de este planeta. Se sentó en la cama conmigo entre sus piernas, acariciando mi cabello