Desde que nos subieron al auto patrulla, supe que tenía que hacer algo para desviar la atención. No podía permitir que nos llevaran a la cárcel tan fácilmente, no sin intentar algo primero. Así que, cuando vi al policía que iba al volante, con su uniforme ceñido y su mirada seria, supe que tenía que actuar. —¿No te parece que este uniforme te queda un poco ajustado? De las piernas —le dije con una sonrisa juguetona, tratando de mantener mi tono ligero a pesar de la situación. El policía frunció el ceño, pero noté un destello de curiosidad en sus ojos. Parecía que mi comentario había logrado penetrar su fachada de seriedad. —Señorita, por favor mantenga la compostura —respondió con voz firme, aunque su tono había perdido algo de su rigidez inicial. Decidí continuar con mi estrategia. N