Con el corazón desbocado y la respiración entrecortada, Kath tomó la toalla y la colocó sobre su pecho desnudo. En la inmensidad de su habitación, aún podía sentir las manos grandes de Michele aferrándose a su cuerpo. Su piel estaba cubierta de un sudor frío, y cada fibra de su ser temblaba a causa de lo que él había provocado. Kath frotó la humedad entre sus piernas con la toalla y lentamente caminó hasta la orilla de la cama, sus piernas temblaban. «Dios, ¿Qué fue eso?» se preguntó mentalmente sin poder creer que había experimentado un orgasmo tan intenso. Mientras Kath se encontraba tratando de reponerse en la habitación de Michele, este camino hasta la habitación contigua y recargó su espalda en el muro junto a la puerta, elevó su rostro y cerró los ojos respirando hondo, después d