Katherine había cerrado los ojos quedándose dormida casi al instante, sin embargo, Michele no logró conciliar el sueño. Con ambos brazos debajo de su cabeza y la vista hacia el techo de madera, Michele observó las sombras que se creaban con la luz del fuego de la chimenea. A través de la ventana, Michele podía ver cielo cubierto de nubes oscuras, apenas iluminadas por la luz de la luna oculta. La lluvia seguía cayendo con fuerza, las gotas golpeaban el cristal en un ritmo constante y de vez en cuando, un relámpago iluminaba brevemente el bosque. Michele pudo percibir el olor a tierra mojada que se filtraba hasta el interior de la cabaña, pero lo que más sentía, era el olor del perfume de los cabellos humedecidos de Kath, era un aroma dulce y elegante. Michele volvió su rostro a Kath y s