Al llegar a la puerta de la oficina de Michele, Isabela hizo una leve reverencia y volvió a su escritorio. Por su parte Kath tomó una respiración profunda antes de abrir la puerta. Irguió su espalda y caminó hasta el interior cerrando la puerta. Michele estaba sentado detrás de su gran escritorio n***o, revisando unos documentos. Pero al escuchar el sonido de la puerta levantó su mirada, dejó lo que estaba haciendo y se levantó de su asiento para rodear su escritorio.
—Buenos días, Kath —dijo Michele, al contemplar a su esposa. Esta vez Kath se aproximó a él. —Buenos días —saludó ella, con un tono bajo y dejó que Michele se inclinara a besar sus labios. No fue un beso largo, tampoco fue intenso, fue más bien corto, sin embargo, la forma en la que Michele cubrió sus labios con los suyos, a
