Sam tragó con dificultad al escuchar la voz gruesa y sugerente de Alessandro, su tono no le agradó y frunció el ceño, prefiriendo ignorar al rubio cubierto de tatuajes, Samara comenzó a girar sobre su eje mientras observaba todo en la sala de control de seguridad, rodeada por una impresionante cantidad de tecnología y equipos de cómputo. Los monitores parpadeaban con gráficos y datos en tiempo real, y el zumbido constante de los servidores era lo único que cortaba con el silencio que había entre ella y Alessandro. La magnitud del lugar la abrumaba un poco, Sam jamás había trabajado en un lugar tan equipado, pero también la llenaba de una emoción que electrizaba su piel al ser algo que realmente le apasionaba. Sabía que estaba en el corazón de las operaciones de seguridad de la mafia y te