Con una rodilla apoyada en la cama a cada costado de Michele, se sentó Kath sobre su regazo. Michele hundió los dedos de su mano diestra entre sus cabellos y la sujetó con fuerza de la nuca, para atrapar sus labios con los suyos. Como si quisiera devorarla la besó con intensidad, sus labios danzaron con los de ella al ritmo de una melodía excitante, mientras la mano izquierda de Michele la sujetaba con fuerza de la cadera manteniéndola sobre su erección. Un jadeo se escapó de la boca de Kath cuando sintió la dureza de Michele debajo de ella, era mejor que en su sueño, su intimidad se comenzó a humedecer mientras sentía como el pene de Michele, se volvía tan duro como el acero. Michele tomó sus labios con desespero, sumergió su lengua dentro de su boca y la movió en su interior, de una f