El barco se mecía tenuemente al ritmo de las olas, el día era perfecto, salvo para los que lo abordaban que dialogaban respecto a la guerra que se avecinaba. En ella, tendrían que enfrentarse contra el Alfa de la manada de los Walters, Cornelius. El hombre despreciable que había creado ese tremendo conflicto solo por complacer a su hija caprichosa que quería que Derek se convirtiera en su pareja. Derek miraba al horizonte pensativo, aunque los sonidos naturales del mar lo calmaban, permanecía con una fuerte preocupación respecto al traidor, especialmente porque la probable enemiga era su tía más querida. Eso era una espina clavada en su mente, punzando cada vez más fuerte, sabía que debía quitársela, pero aun así sabía que las respuestas podían generar más conflictos que beneficios para l
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