Capítulo 1: Temerosa del Alfa

1612 Words
Ser perseguida por el bosque mientras se alejaba de su manada no era lo que Selena Monteverde consideraría agradable, en realidad, pero se habían complicado las cosas cuando su hermanastra le había recordado que ella era una repudiada en su grupo, por lo que no tuvo más opción que correr… hacia tierras desconocidas. Y es que ella realmente no habría querido volver a su pueblo, de no ser por la muerte de su padre, el único ser que la había querido de verdad, así que ante los reclamos de su hermanastra corrió lejos sin pensar y claro que con su suerte acabó encontrándose con lobos de otra manada que por supuesto que empezaron a perseguirla. En su forma de loba, Selena tenía un pelaje que a la luz de la luna parecía color rosa, pero en su forma humana era una mujer de 28 años con un hermoso cabello rubio con las puntas ligeramente rosadas, lo cual surgía de forma natural. Su madre solía decir que ella tenía una bendición especial, pero ella no creía en esas palabras, no después de haber sido repudiada por su esposo, el Beta de su manada, tras no haber podido salir embarazada y darle el hijo que tanto había esperado. Ya estaba agotándose cuando vio un enorme lobo de pelaje castaño saltar sobre ella y posicionarse justo al frente, haciéndola estremecerse, antes de recibir un ataque certero en el cuello, que la hizo perder el conocimiento. … Despertó minutos más tarde ya en su forma humana, todavía con la capa con capucha que había estado usando antes (fue lo único de su ropa que no se destrozó cuando se transformó en loba, pero apenas y sí cubría su desnudez), delante de varias personas que parecían haberla atado a una tubería, mientras hablaban entre ellos sobre la presencia de ella en el lugar. —Creo que pertenece a la manada de los Wellington, porque su pelaje es bien extraño —aseguró uno de ellos, un joven de cabello castaño oscuro, que le recordaba al pelaje del lobo que la había atacado. —No sé si haya estado bien que la trajeras, Jonathan, seguramente Derek se enojará por tu osadía —le reclamó un señor un poco mayor de cabello n***o con algunas canas. No sabía de quién hablaban, pero Selena empezó a preocuparse por sus ataduras, necesitaba salir lo antes posible de ahí. Recordó cómo había terminado ahí, tras haber discutido con su hermanastra porque le había dicho que ella no merecía estar en el velorio de su padre, y menos después de la deshonra que había sido al no poder embarazarse del Beta de la manada. Sintió pena de sí misma ante ese recuerdo, y en ese momento pensó que daría igual si dejaba de luchar. ¿Qué sentido tenía vivir si era una mujer infértil rechazada por su propia manada y su propia familia? Una loba solitaria no tenía propósito, así que realmente daba igual que estos lobos quisieran matarla. Oyó una puerta abrirse y un hombre alto de cabello azabache alborotado y ojos azules profundos entró en la habitación. —¿Qué quieren? —preguntó él, sonando algo molesto. —Ey, Derek. Sabes que encontré a esa linda chica invadiendo nuestro territorio y tuve que traerla —comentó el muchacho que había dicho llamarse Jonathan y en ese momento el sujeto desvió su mirada hacia ella—, en realidad estaba en su forma de loba cuando la traje, y tiene un pelaje bastante hermoso —añadió emocionado el joven. El recién llegado no apartó su mirada de Selena en todo ese tiempo. —Retírense —comentó simplemente y los otros dos aceptaron sin problema alguno, completamente obedientes a su palabra. Sin duda debía ser el Alfa… y ahora ella estaba a su merced. Después de que la puerta se cerró, el hombre finalmente se acercó hacia ella —¿Qué haces en mi territorio? —la interrogó—. ¿Eres una espía de la manada de los Wellington? —quiso saber y ella negó con la cabeza. No podía explicarle su situación, ya que el sujeto era un completo desconocido y la razón por la cual estaba allí involucraba un asunto muy personal, así que prefirió cambiar el tema y volver a lo que realmente le interesaba: —Fue un error entrar en tu propiedad, pero me perdí antes de llegar aquí —explicó y él se acercó lentamente a ella, para mirarla fijamente, con sus ojos azules penetrantes. —Sabes que tendrás que pagar por ello, ¿cierto? No eres de nuestra manada y este lugar es propiedad privada, todo me pertenece en los alrededores —comentó él, mostrándole una fiereza que hizo que Selena sintiera terror—. Como Alfa, no puedo permitir que salgas de aquí a la ligera. Miró hacia todos los lados, en busca de algo con lo que defenderse, pero sabía que estaba contra la espada y la pared. No había prácticamente nada en esa habitación, parecía más bien una especie de depósito y, como añadidura, ella estaba atada de brazos. —No soy alguien que sirva de mucho, la verdad, soy solo una loba solitaria… incapaz de tener hijos, mi ex esposo me repudió y mi manada me excluyó —contó ella—, puedes hacer conmigo lo que gustes, incluso desaparecerme, a nadie le importaría —finalizó con su tono de voz totalmente carente de emociones. Selena consideró que lo mejor sería no mostrarse muy a la defensiva, porque al fin y al cabo la que había entrado en el territorio de otra manada por error había sido ella. La verdad no recordaba bien los límites entre el territorio de su manada y el de las otras cercanas, porque tenía varios años lejos, después de haber sido humillada al tener que divorciarse del Beta con el que estuvo casada. El hombre frente a ella se acercó un poco más y la olfateó por un momento. —Podríamos hacer un negocio para que salgas viva de aquí —dijo él, sonriendo con arrogancia mientras se acercaba más y más—. Reconozco que me gusta mucho tu olor, sabes… —Pegó su mejilla contra la suya, haciéndola estremecerse por completo—. Tu olor me genera… intriga. De repente, metió las manos por debajo de su capa y las posó en la piel desnuda de sus caderas, provocando que ella comenzara a sentir cierto hormigueo que desde hace mucho tiempo no sentía. —Así que… te propongo esto: me das tu cuerpo esta noche y podrás retirarte mañana por la mañana sin ninguna represalia. —Pasó la nariz tentadoramente por el contorno de su cuello, provocándole un temblor que casi la volvió incapaz de hablar por un momento, pero rápidamente logró recomponerse. —¿Q-qué dices? —Él por fin se alejó unos pasos y ella lo miró impactada por lo que acababa de pedirle. En realidad, el Alfa era bastante guapo y llamaba mucho su atención, y ella no podía negar que tenía mucho tiempo sin estar con alguien, desde que se había decepcionado terriblemente cuando el Beta con el que ella creyó que pasaría la vida entera la había repudiado. Sin embargo, por otra parte, aunque quería dejarse llevar por sus instintos carnales, ella sabía que eso sería una humillación, al tener que entregarse a él como forma de salir ilesa de esa situación. Él iba a utilizarla como a un objeto solo para su diversión, y no estaba segura de poder soportarlo. Dudó por un momento, pero al final vio que no tenía otra escapatoria, y aceptó la propuesta del hombre. Después de todo, esto era solo ligeramente mejor que la muerte, y aún tenía un motivo para vivir, y eso era su carrera profesional. —Está bien, no tengo nada que perder. —Y era cierto, ella ya había perdido a la única persona que la había amado, su padre, ahora no le quedaba nada que hacer en su manada. Humillada y derrotada, aceptó ser poseída esa noche por el Alfa, que de inmediato la liberó de sus ataduras, la cargó en sus brazos y se la llevó a una habitación, donde arrancó su capa de su cuerpo y luego la lanzó a la cama, donde comenzó a devorarla con pasión. El encuentro fue gratificante para ella, y la verdad reconocía que hacía mucho tiempo que anhelaba algo así, pero por otra parte se sintió mal a la mañana siguiente, al despertar en una cama completamente sola. No sabía por qué había esperado que después de esa noche tan placentera él quisiera quedarse a su lado, si ella realmente era una mujer inservible que no le ofrecería nada a un Alfa como él. Él le había dejado ropa nueva, por lo menos, por lo que rápidamente se vistió y salió de la habitación, sintiendo que todas las personas que pasaban a través de ese enorme lugar la miraban mientras el joven de cabello castaño de la noche anterior la guiaba por la enorme mansión en la que descubrió que estaba. Al llegar a la entrada, notó que el Alfa se encontraba hablando con el que debía ser el Beta de la manada y, aunque quiso salir sin ser notada, él le habló de una forma terriblemente cruel antes de salir del lugar: —Gracias por la excelente noche, eres grandiosa para pasar el rato, pero por desgracia nadie querrá estar contigo si no puedes tener hijos. Espero no tener que verte nunca más. La crueldad de esas palabras destruyó a Selena, quien apenas salió de la mansión se transformó en loba y corrió hacia el territorio de su manada.
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