Los síntomas del embarazo tenían a Selena sufriendo muchísimo, ya no aguantaba tantas náuseas y los constantes malestares, pero no podía, ni quería, dejar de trabajar, era su pasión, siempre quiso dedicarse a la pediatría, lo disfrutaba y hasta la hacía sentir mejor en los momentos duros. Compartir con sus pacientes la hacía sentir muy bien y le hacía mantenerse estable la mayoría de los días. Con 16 semanas aún, su vientre parecía de unas 20 semanas y pesaba lo suficiente como para que ella quisiera estar gran parte del día sentada para no agotarse. Gestar gemelos no era nada fácil, en verdad. “Y pensar que todavía faltan unas 23 semanas” —pensó Selena, casi recostada sobre la silla de su consultorio, mientras esperaba a su próximo paciente. La puerta se abrió, pero ella permaneció e