Llegaron al hospital tan rápido que Selena apenas podía creer que estaban a treinta minutos de distancia, en condiciones normales. No calculó el tiempo porque las velocidades alcanzadas por Jonathan fueron abrumadoras y entendió el porqué de que le pidiera sostenerse fuerte. Selena solo se había concentrado en sostener a Angela, pero gracias a que estaba en el espacio entre los asientos igualmente no sufrió tantas sacudidas. Selena descendió del automóvil con cuidado, sujeta a Ángela, cuya palidez contrastaba con el oscuro interior de la camioneta. El viento frío de la noche que había llegado hace tan solo pocos minutos azotaba sus rostros ansiosos mientras Jonathan apagaba el motor con rapidez. Selena miró hacia el imponente edificio del hospital, un coloso de luces parpadeantes que