El corazón de Selena le latía con fuerza en los oídos, el miedo abrumaba todos sus sentidos, era una doctora, sí, pero nunca había visto a una persona amada al borde de la muerte, llena de tanta, tanta sangre… ¡Pero no podía dejarla morir, tenía que hacer algo! Selena reaccionó como pudo y corrió hacia donde estaba Ángela. Se sacó la camisa sin pensárselo mucho y presionó la herida mientras ella la miraba fijamente, con terror en su mirada, sabiendo que su vida pendía de un hilo, jadeando como si le falta el aire a pesar de tomar bocanadas erráticas. Le soltó el cinturón a su amiga del pantalón y lo posicionó para apretar la camisa con la que estaba conteniendo la hemorragia, sin sacar el cuchillo, pues podría agravar la lesión. —Tranquila, respira, mantente aquí, Ángela, por favor,