Entrar en la terapia intensiva fue triste para Selena, hacía mucho tiempo que no paseaba por esa área, especialmente de adultos, porque su dedicación a la pediatría la había hecho olvidar lo crueles que eran algunos lugares del hospital. Los niños generalmente eran alegres, animados y la hacían sentir llena de vida. Siempre recordaba esa maravillosa frase de uno de sus profesores: “Los niños ríen y juegan, incluso cuando están al borde de la muerte, y eso me llena de esperanza”, pero ver a los adultos al borde de la muerte era ver personas sin espíritu y sin deseos de luchar. Ella misma había sido así en su momento, la infertilidad, el repudio de su exesposo y de su manada, las carencias en su vida. La medicina, entonces, le había dado un nuevo significado a su vida, significado que se