Mientras bebía ese delicioso chocolate el cual tenía ligeros toques de canela, aparecía Paúl tomando asiento frente a mí. —¿Qué ocurrió? ¿Philips mordió el anzuelo?—peguntaba ansioso, a lo cual le negué con la cabeza mientras digería el chocolate. —No Paúl, diría que prácticamente me declaro la guerra, no le hace ni un poco de gracia que haya aparecido. Aparte, la señora Miñonett se las trae con la labor que quiere que haga. —¿De qué hablas? ¿Qué te dijo? y explícame también lo de la señora Miñonett. —Lo de ese idiota del cual debo ser su novia falsa me lo dejo fácil de entender, dejo más que claro que mi presencia no le agrada en lo absoluto, inclusive me humillo el muy maldito—mientras le comentaba hice un gesto con mis manos, como si quisiera golpearlo por cada palabra de