3. DECISIÓN 1/2

1309 Words
Cuando cumplí los diecisiete años decidí dejar el empleo que tenía en una cafetería en vista de que no ganaba el dinero suficiente, además, mi jefe en varias ocasiones me acosaba, aun sabiendo que era menor de edad y que no me atraía como hombre. Por ello tome esa decisión aunque luego de eso me sentí estancada ya que seguí buscando empleo y siempre era lo mismo, poco salario, jefes acosadores y trabajos miserables. Siendo de esa manera decidí tomarme una pausa y pensar donde podría buscar empleo en el cual la paga fuese buena y que el jefe fuese tolerable. Ese día me dispuse a visitar a papá en su bar debido a que últimamente no lo veía porque llegaba muy tarde a casa y se marchaba muy temprano. Sabía que tenía prohibido aparecerme en su trabajo, sin embargo, él sabe cómo es mi forma de ser. Nunca me he considerado una chica obediente y eso para mi padre no es un secreto. Me percataba que en mi adolescencia mi personalidad no era lo único que había cambiado de mi niñez, también mi carácter lo había hecho ya que soy una chica que me considero en algunas ocasiones desobediente, ruda y hasta podría decir que no suelo quedarme callada. No me agrada que alguien me diga que hacer y por ello tiendo a llevar la contra si algo no me gusta. En algunas ocasiones suelo discutir con mi padre por ese motivo, pero a la final me termina entendiendo porque suele ser en ese aspecto como yo. También tenía presente que nunca sería una chica recatada sino todo lo contrario. Debido a que mi atractivo físico atraía la atención de algunos hombres, eso generaba en mí que mi vestimenta fuese atrevida, esa atención desmedida me complace, me agrada hasta tal punto que a veces me excito sin control alguno, lo sabía porque en muchas ocasiones mis bragas se mojaban exageradamente. El ver las reacciones que hacían al verme provocaba que eso me hiciera sentir deseosa de que algo más ocurriera. Mi libido y mi deseo s****l cada vez era mayor, como si una caldera hirviente estuviera dentro de mí, la cual cada vez me quemaba más. Algunas veces me preguntaba si era normal o si estaba bien ser asi, pero no sabía la respuesta, por esto solo quedaba en incógnita esta interrogante. Para ese día, minutos antes de alistarme hice esa maniobra que era parte de mi rutina, la cual era la práctica de la masturbación. Diría que la hacía casi a diario, habito que aparte de hacerlo con el vibrador ya tenía otro tipo de juguete para eso. Este se trataba de un succionador de clítoris que había adquirido, especialmente el Satisfyer Pro dos Next Generation, artefacto que para poder obtener en vista de mí corta edad tuve que implementar comprarlo en tiendas de sexo virtual. Para ello usaba los datos y la tarjeta de mi padre el cual nunca se niega para que pueda adquirir mis juguetitos. En vista de lo avanzada que estaba para esto implementaba introducir mis dedos para sentir aún más placer ya que este aparatito me llevaba al cielo, se sentía increíble, sin embargo, tenía precaución de no acceder a profundidad dado que no pretendía perder mi pureza de esa forma sino siendo penetrada por un pene real, del cual ya tenía pensada la longitud ideal. Por esta razón solo los introducía hasta donde entendía que podía llegar sin producirme incomodidad o dolor. Esta práctica me vi en la necesidad de incorporarla a mi rutina debido a que a medida que crecía me convertía en una chica cada vez más deseosa por el sexo, todo de ello me agrada, no veo nada malo o incomodo por asi decir. Mi definición al respecto es que es una actividad natural y todos lo hacemos. Luego de terminar mi candente práctica matutina, esa que me dejaba bastante agitada, me di una ducha para seguidamente alistarme, aplicando un poco de maquillaje y perfume. Horas más tarde, habiendo llegado al bar el hombre de seguridad me impedía la entrada, decía que era muy joven para acceder, a pesar de que le enfatizara que el propietario es mi padre y que mi apariencia no era de niña. El por su parte continuaba sin creer en mis palabras, por ello para cerciorarse de que fuese cierto se dispuso a comprobarlo. Pasado un rato volvió y en medio de sus disculpas permitió que entrara. Ignore sus excusas, su actitud me había molestado y por ello solo entre con mi particular manera de caminar, esa en la cual acostumbraba a contonear mis caderas, particularidad que notaba que el la apreciaba, reflejándolo en su manera de actuar, esa en la que mordía ligeramente el labio como si le gustara lo que hacía. Ante su perversa mirada lo mire de reojo y me sonreí de manera maliciosa. Realmente me gustaba dejar ese efecto en los hombres por ello no me sentía para nada avergonzada, el ser atrevida lo considero parte de mí esencia. Estando allí pregunte a un empleado donde quedaba la oficina de mi padre, tras haber señalado donde se ubicaba pude contemplar el interior del lugar, sitio que desconocía, pero que ahora podía tener la posibilidad de conocer. Las barras, la tarima, la zona de los bartender, cada zona era algo nuevo para mí, pensando seguir luego de esa observación me detuve un momento. Lo que había llamado mi atención fue el ver lo que algunas bailarinas hacían, tal parecía que practicaban sus pasos de baile para la noche, por ello decidí detenerme y observar con detenimiento. Notaba que sus bailes eran muy seductores, con mucho movimiento de cadera, cintura y hasta el trasero el cual agitaban de una forma que me hacía querer incluirlo en mis pasos de baile. Debido a eso que había causado atención en mí procure acercarme a una de las chicas que lo ejercía pretendiendo interactuar con ella ya que su manera de bailar me había parecido fantástica. —Hola, soy Moddie Fletcher, hija del propietario de este bar, me pareció interesante tu forma de bailar ¿cómo se llama eso que practicabas? —preguntaba a la chica, la cual me miraba con extrañeza —No creo que sea prudente que una chica como tú haga estos pasos, se nota que aun eres una niña—lo pronunciaba como si fuese cierto —No soy una niña, tengo diecisiete años y también soy bailarina. Aunque no hago este tipo de bailes quisiera aprenderlo, me serviría como parte del conocimiento que ya tengo —Ya veo ¿crees que lo puedas hacer? Para esto se necesita práctica, elasticidad y sensualidad, ¿crees tenerlas?—lo decía de una forma petulante que me incomodaba —Si me trataras asi mejor no digas nada, si lo pregunte es porque puedo hacerlo, no tengo porque demostrártelo—respondí y di la vuelta para dirigirme a la oficina, no obstante, en ello escuchaba la voz de la chica en cuestión, indicándome que me detuviera, por esto lo hice para saber que quería —¡Espera! Moddie ¿no? —Sí, ese es mi nombre —Perdona, tienes razón, me hiciste una pregunta y ya quedara en ti si lo aprendes o no, mi nombre es Rosmery—expreso la chica de tez morena, con el cabello tan n***o como la noche y un cuerpo que parecía como si fuese sido creado por un cirujano plástico. Lo pensaba ya que su busto sobresalía exageradamente de su ropa. Era enorme al igual que sus glúteos. Su físico a pesar de todo lo voluptuoso que era no me hacía sentir mal, ni inferior en lo absoluto. Siempre me he considero una chica segura de mi misma, además el cuerpo del que presumo es completamente sensual de forma natural y está adaptado a mis necesidades.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD