—Es él.— señalé con disimulo mientras le mostraba al mismo hombre que Malcolm me había señalado minutos antes. El hombre de cabellos rubios accedió discretamente, verlo pensativo me hizo fruncir el ceño con confusión. —¿Qué sucede?— pregunté con incertidumbre, de su parte un gesto fue su respuesta a mi pregunta, sin perder el tiempo se alejó de mí con ciertos pasos largos.
—Fue un placer haberte conocido Alyssa Jones.— se despidió con una sonrisa de lado, dejándome confundida, ¿era lo único que iba a decir?.
—igualmente— susurré al verlo avanzar entre aquella multitud, aquel hombre era elegante, atractivo, sin duda un Casanova.
Sin pensarlo regresé junto a Melina, debía hacerlo, al encontrarla esta parecía angustiada, su cóctel bailaba en sus manos, su mirada parecía perdida.
—Alyssa— la miré con una sonrisa forzada.
—Me perdí...— mentí para bajar a la realidad, debía buscar a Malcolm, de eso estaba segura.
—Debemos salir de aquí— sin previo aviso me jaló a una de las puertas de la gigantesca casa, la chica reflejaba miedo, al parecer mi desaparición no era el problema central de su estado tan extraño. —¡Malcolm!— gritó dentro de la casa, me tensé de inmediato, ¿Que sucedía?. —¡Malcolm!— volvió a gritar con un tono tenso.
—¿Qué sucede?— pregunté confundida, esta me miró sin decir nada... tal vez me había visto junto aquel hombre- pensé con temor.
—¡MALCOLM!— siguió gritando mientras nos adentrábamos por los pasillos, el terror estaba en su ser, Melina Router parecía estar apunto de un colapso nervioso.
—¡¿Melina?!— una tercera voz la hizo parar y detener su agarre, de una habitación salió Malcolm junto a su padre, sus rostros eran un poema.
—Él esta aquí— aquellas tres palabras fueron el acabóse, ¿De quien hablaban?, sin dudarlo la chica se acercó a su padre, la situación se volvió tensa para todos, estaba claro que todos entendían de quien se trataba menos yo.
—Mierda— susurró el señor Tom al mirar a su hijo. —saca a Alyssa de aquí— ordenó al verme por primera vez. Sin resistirme miré a Malcolm, el cual me tomó del brazo para dirigirse a un pasillo de aquella casa... podía sentir la desesperación que lo abrazaba. El terror que lo hundía.
—Ven cariño— pidió mientras me daba un pequeño empujón, sin entender absolutamente nada lo seguí, confiaba en él para hacerlo con los ojos cerrados.
Nuestra salida fue por una puerta trasera, oculta para los invitados, en aquel camino el hombre a mi lado maldecía repetidas veces, el sudor resbalando por su frente me hizo detenerlo.
—¿Qué sucede?— repetí con temor, ¿quien no lo tendría después de verlos del mismo modo?, ver cómo temían aquella persona fue suficiente para contagiarme el sentimiento. Sin nada que hacer llevé mis manos a mis cabellos. —Dime... por favor— susurré .
—No es nada cariño, tengo que llevarte a casa— respondió mientras pasaba su brazo por mi hombro intentando tranquilizarme, accedí.
[...]
—Nos vemos mañana— susurró para besarme de nuevo. —Debo regresar a casa— no discutí más, le sonreí para por fin dejar su auto y caminar a la entrada de mi casa, aun la situación me atormentaba, nada tenía sentido. Malcolm se había negado a responder mis preguntas, sin mas que hacer entre a mi casa hecha un lío.
—¿Alyssa?— cerré aquella puerta para dirigirme a su dirección.— pensé que eras tu mamá— siguió, con una mirada me senté a su lado en aquella sala.
—Sucedió algo extraño— conté mientras me quitaba los tacones con esfuerzo, aquella celebración fue increíble, la decoración una locura, al menos el recuerdo no sería tan ingrato.
—No has tardado nada, Alys— accedí a su dirección.
—Me ha sacado del lugar... Es... Algo extraño— pude pronunciar, los pensamientos me atormentan, sin mencionar aquel hombre misterioso.
Estaba claro que lo mejor de la noche fue ese sujeto, aún recordaba su aroma, sus ojos... Sin olvidar su cabello singular y eso me carcomía, debía solo pensar en mí chico, en mí realidad.
—¿Como?— la voz de Melanie me bajó de golpe a la realidad.
—sucedió algo, llegó alguien y ellos... parecían aterrados—
—La gente con dinero, tiene problemas absurdos algunas veces— balbuceó sin nada que importar, tal vez para ella no era interesante. —Tus hermanos duermen—
—Gracias por cuidarlos, en verdad, te debo una—
—No te preocupes, somos amigas, además quiero que le digas a mi madre que me quedaré este sábado aquí, saldré con Matty a las afueras— accedí a su petición, era lo menos que podía hacer por ella.
—Seguro, solo cuídate— informé con una sonrisa. —te pediré otro favor, tienes que ayudarme, pronto es el cumpleaños de Elisa— supliqué mirando a la chica, un gesto de su parte me hizo sonreír con alegría.
—¿quieres que te busque trabajo, cierto?—
—Me dijiste que tu tía trabajaba en una casa, no se si pudieras decirle si...— rogué.
No me importaba hacer lo que fuera mientras hiciera feliz a Elisa en su día, además faltaban pocos días para terminar las clases, eso significaba que podía entrara de lleno al trabajo.
—Bien, hablaré con ella, te aviso— respondió la chica llenándome de alegría. No espere ni un minuto más para saltar sobre ella.
—gracias, de debo otra— repetí entusiasmada.
—estoy cansada Alys— reclamó la castaña mientras giraba los ojos.
—lo siento— me disculpé, miré como la castaña se paraba del sillón.
—me tengo que ir, ya es noche— avisó para sonreír sin ganas, aunque no vivía lejos, la idea de que se fuera sola no me convencía.
—No, Melanie es muy noche—
—Tyler vendrá por mí, no estoy tan loca para irme sola— accedí incómoda... Tyler esa era la razón. Tenía que pedirle una disculpa lo antes posible.
[…]
—Lo he eliminado— informé serio, el trabajo estaba hecho, debía agradecerme, pero eso no iba a suceder, ya que al observarlo parecía no creerlo, me había subestimado como siempre.
—¿Qué has dicho?— preguntó más que asombrado, sonreí con calma mientras me sentaba frente a él.
—No tenemos de que preocuparnos ahora— repetí con el mismo tono de antes.
—No, no eres el jefe... debes recordarlo antes de cometer cualquier estupidez, debes informarme acerca de cualquier suceso— escupió como siempre, era un desgraciado y mi jodido padre, suspiré para darle la razón.
—Tienes razón, bien, lo que he hecho no es algo que se pueda cambiar, has lo que tu quieras ahora— sentencié serio, el tipo no iba a arruinarme lo que quedaba de la noche, había hecho un buen trabajo después de todo.
—Es mejor descansar, mañana nos encargaremos de todo— propuso el viejo con un gesto de frustración, apostaría toda mi fortuna a que su velada sería la peor, su cambio a nadie estaba beneficiando y debía darse cuenta.
—Bien— Después de despedirme de él, subí a la segunda planta para entrar a mi habitación.
Era mejor vivir junto a ellos, que en aquella casa abandonada con recuerdos en cada metro... el recuerdo me seguía atormentando sin importar los años transcurridos.