Cuando los tres llegaron a los establos del lugar, Artemisa se apresuró a acercarse al caballo de Ares para poder comenzar a acariciarlo y así lograr su respeto. Mientras Apolo y Ares se encontraban hablando sobre lo que estaba pasando, ambos se quedaron en un completo silencio al ver a la castaña cantándole en voz baja a los caballos (quienes comenzaban a amarla). — Si ella no es mi esposa te juro que haré algo para que lo sea — Apolo musitó mientras se mantenía ido por ver la escena que se encontraba enfrente de sus ojos — Artemisa es una belleza. — Claro que lo es — Ares le contestó de una forma mucho más seria y seca — Así que deberías de tener cuidado con eso hermano — Agregó — Cualquiera puede llegar y robarte el amor de la castaña. — Nadie va a poder hacer eso — Le co