El expediente de Oscar Duncan tardó en llegar, pero finalmente estaba sobre la mesa de Cristián y descubrió algo impensable, su viejo amigo no escapó de prisión, él cumplió su condena.
Con el ceño fruncido Cristián hizo cuentas mentales solo para descubrir que ya habían pasado quince años, subió la mirada hacia su mayordomo y se aclaró la garganta – ha pasado el tiempo, te vez más viejo.
– Es así, mi lord – respondió Dorian Price de sesenta y dos años.
Cristián tomó un espejo para mirar su cabello encanecido, a sus cuarenta y cinco años las líneas de la edad tomaban forma y le dieron una apariencia madura.
– Mi lord, usted aún se ve joven, casi no puedo creer que esté tan cerca de los cincuenta – anunció el mayordomo con una gran sonrisa.
– Nadie te preguntó – reclamó Cristián, record
