Afuera llovía, el aroma que traía el viento era agradable, fresco y se sentía delicioso sobre los hombros de Elena.
– ¡Ahí está mi pequeña! – anunció su padre y la abrazó – te hemos extrañado mucho, todos los días escucho noticias sobre el viñedo y lo elegante que es lady Elena, condesa de Varem, les he dicho a todos que eres mi hija y que heredaste mi inteligencia.
– Heredó tu testarudez – anunció la tía Chloe con un cigarrillo entre los dedos – sí fuera sensata ya te habría dado nietos.
Elena no quería sonreír tanto, sabía lo enferma que estaba su tía, pero la sonrisa permaneció en sus labios y era extremadamente difícil borrarla – también los extrañé, debí venir antes.
Samuel Hamilton le dio un beso en la frente – no te preocupes por estos ancianos, ven cuando tengas el tiempo, anda
