Las maletas fueron cargadas, Alex se esforzó en sostenerlas con un solo brazo y Alicia le ayudó. – Mi lady, ¡necesita que llame a su casa para informar del retraso! – Mi casa no tiene teléfono. Alicia se sorprendió, pensó que todas las mansiones lo tenían. Elena recordó los días en su hogar paterno y sonrió – es como el paraíso, ¡te encantará! Lejos de los edificios altos, en un pequeño espacio alejado de todo, con cerdos y pollos caminando libremente, estaba el hogar de sus padres. En su sueño, Elena siempre buscó la oportunidad de dejar la villa y viajar a su hogar, especialmente después de que Erika se mudara y sus días se volvieran sofocantes, no podía esperar el momento para volver a casa, respirar el aroma del campo, pisar la hierba mojada o simplemente sentir el viento sobre s