Elena no quería involucrarse, le entregó la información a su madre y juntas hablaron con Megan.
Valorar las amistades era una virtud, pero lo que Frankie había hecho era una estupidez, de ser otra persona o de haber nacido en una familia sin dinero, estaría en prisión y no en un internado.
– Aún es joven – dijo Julieta – las personas crecen, maduran y cambian.
Los ojos de Megan estaban enrojecidos después de volver de la mansión Anderson.
– Megan, ¿realmente lo amas? – preguntó Elena.
Ella asintió con un movimiento fuerte de la cabeza y se mordió los labios – lo amo mucho – lloró y se levantó para abrazar a su madre.
Elena se preguntó en silencio si tal escena había tenido lugar mientras ella estaba encerrada en su estudio buscando formas de ganar dinero y se disculpó con su hermana
