Sonó el timbre y fui hasta allá sabiendo que ya había llegado la amiga de Tobias. Abrí la puerta y al frente tenía a una mujer alta y con muchas curvas, era un poquito gordita pero con una silueta bonita, de cabello largo y con ondas, aquellos ojos verdes llevaban consigo unas pestañas claramente postizas, que hacían que tu mirada se clavara en esas pestañas que llevaba. –¿Amelia...? –Le dije con los ojos entrecerrados. Ella asintió. –Esta el desastroso de Tobias por aquí, ¿no? –No. –Dije en broma, solo para ver cómo reaccionaba. –¿No? Entonces ¿a dónde debemos ir? –Se cruzó de brazos. –Es broma, el desastroso está en mi sofa... Ven, pasa. –La invité a pasar, y está entró rápidamente, haciendo sonidos con los tacones de plataforma que llevaba. –Oh por Dios... ¡Tobias! –Dijo indi