Lo de que Aidan Bryrne era un hombre volátil lo aprendí desde los primeros días trabajando con él. Pero lo de llegar al extremo de destituirme de mi posición laboral y a las pocas horas volverme su prometida ficticia, era otro nivel. Todo sin previo aviso.
Puede que el cuervo fuese un hombre rápido en su mente, pero esta mujer no lo podía ser si su corazón estaba de por medio.
—¿Por qué luces tan sorprendida Elle? ¿Esperabas ser la amante de mi sobrino por toda tu vida? No te culpo, parecías ser alguien astuta pero no tanto ya – me dice con una ira fría el señor Armando.
—Elle nunca fue mi amante tío – responde cansado Aidan – si te informe lo de nuestro matrimonio no era para que te creyeses con el poder de decidir si ocurrirá o no.
—Es una simple asistente Aidan. Los hombres de tu
