Carolina estaba nerviosa, sus manos temblaban cuando intentaba aplicarse el último toque de rubor en sus mejillas, llevaba puesto el vestido rosa que su jefe le sugirió el día anterior, su corazón latía con fuerza. Se miró al espejo y se sintió preciosa, ese día tomó una ducha de por lo menos cuarenta minutos, lavó su cabello como desde hace mucho tiempo no lo hacía e inclusive depilo sus piernas, pues el bello vestido lo tendría que lucir a la perfección. Como le hubiera gustado que Alejandro alguna vez la hubiera visto así vestida, y eso le comprimió el corazón. Pero lo que ella no sabía, era que él la estaba observando, Alejandro estaba sentado en el marco de su ventana, apenas, el vacío que estaba en su pecho brillaba, ese espacio en donde no estaba su corazón aún sentía las vibraci