El pitido de la máquina de signos vitales despertó a Eithan, abrió sus ojos despacio, no recordaba muy bien qué era lo que había sucedido, con fuerza, jaló su brazo al sentir que estaba conectado a un catéter. “Mierda, otra vez” Maldijo —¡¡Que susto me diste!! —Chantal se levantó de la silla, al darse cuenta de que se despertó —¿Chantal? ¿Qué estás haciendo aquí?¿Que estoy haciendo yo aquí? —Pues bueno, estábamos a punto de que me follaras como en el infierno, pero poco y te mueres cariño, la ardiente pasión y tu nuevo corazón fallaron por una fracción de minutos. Eithan resopló, en ese momento recordó lo sucedido y el lugar exacto en donde se desmayó. —Lo siento mucho Chantal, no te preocupes, te daré dinero por la compañía, ahora, puedes irte, en un par de horas mi asisten