Mientras tanto, no muy lejos del hospital, en un lujoso ático de San Diego, dos personajes estaban tramando las suyas, un cuento de hadas no puede ser perfecto si no tiene un villano. —¡Detesto lo que está haciendo Eithan! Odio de sobremanera que no me ame, yo realmente lo amo —Layla le dio un gran sorbo a su copa de vino. Mientras una lágrima caía por su mejilla. Samuel se hizo detrás de ella, justo rozando su cuello, deslizó su nariz absorbiendo su aroma. Y con una mano, le secó el líquido del rostro. —Hum ¡Que bien hueles preciosa! No llores mi amor, él no lo vale, no sé cómo Eithan puede ser tan estúpido para no valorar la mujer tan hermosa que eres. —No te equivoques conmigo Sami, si un día fui tuya, eso solamente fue un error, eres mi cuñado, no se te olvide, debo irme L