—¿Pequeña? —Preguntó sorprendida, en ese instante, como si algo hubiera cambiado dentro de Eithan, él también dio un sobresalto y se quedó mirando perplejo a Carolina.
“¿Qué estoy haciendo?” Colocó las toallas húmedas en el piso y se levantó, una pequeña punzada atravesó su pecho y miró a Carolina.
—No sé a qué se refiere Carolina, lamento mucho todo lo que le pasó, por favor, tome lo que necesite para que pueda limpiarse.
Ella sacudió la cabeza, tal vez se imaginó lo que él le dijo, o fue un trance que ella a causa de sus sentimientos, pensó que estaba viviendo.
—Gracias señor Sullivan, disculpé por haber irrumpido así en su oficina, se que usted me trajo, pero no lo quise indisponer.
Él la miró de nuevo, pero esta vez con demasiada ternura, algo que no era muy común en él.
—No se preocupe, lo único importante, es que usted se sienta bien, ahora dígame, ¿Sigue interesada en el puesto de asistente de gerencia?
Carolina se estaba acabando de limpiar, pero al escuchar esas palabras, se quedó estática sobre la herida, levantó la mirada y con sus mejillas sonrojadas apenas pudo susurrar.
—¡Claro que sí! Como puede verlo, mi situación es demasiado difícil.
—Bueno, no imagino en realidad cual puede ser su situación, pero si quiero que sepa que aún puede continuar con el proceso.
—Señor, es que esa es una decisión que toma el CEO de la compañía, así que creo que es algo más complicado.
Eithan se acercó a ella y se sentó a su lado.
—Es que el CEO soy yo, el cargo de asistente es para trabajar conmigo.
Carolina palideció, ¿Trabajar con él? ¿Como? Sí es que él era la perfección hecha hombre, hasta vergüenza le daba.
—¿De verdad señor Sullivan?
Eithan jamás había tomado una decisión a la ligera como la que acababa de tomar, y menos para un cargo tan importante como él que estaba necesitando, pero solamente se estaba dejando llevar por sus instintos, y por la fuerza inmaculada que estaba en su interior diciéndole que ella era la indicada, ¿Indicada para qué? ¿Quién sabe? Pero sentía una terrible necesidad de que ella estuviera ahí a su lado todo el tiempo.
—Sí, claro que si Carolina, supongo que no me va a decepcionar, por lo poco que alcanzó a decirme, su hoja de vida es impecable y una profesional como usted puede ejercer ese cargo y hasta uno superior.
Carolina soltó el algodón que tenía en la mano y se giró hacia Eithan tomándolo de la mano.
—¡Es usted muy amable! —Eithan se quedó mirando como ella rodeaba su mano, su tacto era agradable, una mano frágil y suave, una que con tocarla dos segundos le creaba la soberbia necesidad de tenerla un poco más.
—Solamente haga lo que tiene que hacer en su trabajo, soy muy estricto, y no me gustan los errores.
Carolina le sonrió con un brillo en sus ojos.
—Se lo juro que haré mi mejor esfuerzo—Ella tampoco soltaba la mano de Eithan, era increíble la conexión entre los dos.
Sin embargo, Eithan soltó su mano con suavidad y se fue directo hacia su escritorio, levantó su teléfono y llamó a recursos humanos.
—Iris, no me importa que ya hayan contratado a otra persona, ubíquele en otro departamento, quiero a Carolina Solano como mi asistente personal. —Eithan le exigió a la persona al otro lado del telefono.
—Pero señor, es que la señorita Solano se presentó tarde a la entrevista, no logre pasar su proceso, me estaría saltando un conducto regular.
Eithan aclaró su garganta y con toda la furia que podía tener en su interior, le esbozó un grito.
—¡¡Quien va a saltarse el conducto regular en este momento, soy yo!! Y te voy a sacar de patitas a la calle si no obedeces a lo que te digo ¿Entendiste? Quiero a Carolina Solano trabajando desde mañana como mi asistente.
Carolina se quedó boquiabierta, no tanto por la obtención del trabajo, sino por la forma en el que hombre se dirigía a la otra empleada, era un trato completamente diferente al que le daba a ella y eso no lo entendía.
—Está bien señor, no es necesario que suba la voz —respondió la mujer resignada—Ya mismo me contacto con ella para que tenga el puesto.
Eithan botó el teléfono, arregló su chaqueta y de nuevo suavizó su mirada al dirigirse a Carolina.
—Está todo arreglado, a partir de mañana serás mi asistente.
Carolina se levantó y se quedó mirándolo completamente confundida, ¿Qué le estaba pasando a ese hombre? Si es que ni siquiera la conocía.
—¿Está seguro? No me pareció la forma más ética de obtener el empleo —reprocho ella
—¿Por qué no? Si aquí el que manda soy yo y confío en sus convicciones y actitudes, ¿Ya almorzó? ¿Quiere comer algo?
Eithan ni siquiera supo porque razón le preguntó, sin embargo, era como un embeleso que no podía sacarse de la cabeza.
—Sí ya almorcé señor creo que es mejor que me retire. —Carolina acudió a la prudencia que poco tenía, pero su corazón estaba bombeando a mil por hora, desde su esposo, ningún otro hombre en la faz de la tierra le causaba tanta inquietud como se la estaba causando Eithan en ese momento, pero era realista y un hombre como él, no era para una mujer como ella.
—¿Quieres un café? —Eithan insistió de nuevo, Carolina no se pudo resistir, ¿Qué podría pasar?
Ambos salieron de la oficina, sonrientes como si fueran los mejores amigos, cuando la secretaria de Eithan los vio salir, de una vez tomó su teléfono para avisarle a la prometida del CEO, por unos cuantos dólares, Samantha le daba toda la información a Layla.
—¡Dime Samantha! Espero sea algo muy importante, estoy haciéndome las uñas de los pies en este preciso momento
—Señora Layla, claro que es importante, el señor Sullivan está con una mujer, Carolina Solano, creo que se llama, y los vi salir de su oficina muy sonrientes.
Layla levantó el pie bruscamente, dándole un golpe a la manicurista
—¿Qué? ¿Con la mugrosa? Pero ¿Qué le pasa a Eithan?
—Si señora Layla, y duraron encerrados en su oficina más de veinte minutos
—¿Ah para eso quería que me fuera? ¡Maldito miserable! ¿Sabes para dónde se fueron?
—No, pero parece que no va a volver, porque no me dijo nada, cuando él se va y no vuelve, ni siquiera se despide.
Layla colgó la llamada y en seguida se puso sus zapatos.
—Pero señorita no hemos acabado el servicio —condenó la manicurista
Layla enojada sacó dos billetes del bolsillo y se los tiró en el pecho.
—¡Cóbrese! Porque lo único que le interesa es el dinero— la mujer se quedó perpleja con su actitud, pero se guardó los billetes, Layla salió enojada del salón de belleza y empezó a marcar al telefono a Eithan. Lo hacía de una forma desesperada, pero él no le contestaba.
Por su parte, Eithan estaba en un precioso café de la ciudad, en compañía de Carolina, un escenario perfecto para conversar, unas velas de colores tierra, unos taburetes y una mesita de madera, con una cafetera sobre ella y dos pequeñas tazas.
—Este lugar es precioso—Carolina miró todo a su alrededor, recordó que su esposo le prometió que algún día la llevaría allí cuando tuviera el nuevo empleo.
—A decir verdad, sí, nunca había venido antes, pero me parece un lugar agradable, Carolina, cuénteme más de usted.
—¿De mí? —Ella se sonrojó
—Si, va a ser mi asistente debería decirme todo sobre usted —Eithan le dio un sorbo a su café y la miró fijamente a los ojos, Carolina estaba tan nerviosa, que las palabras no salían de su garganta.
Sin embargo, Eithan ya se estaba desesperando, pues su teléfono no estaba dejando de sonar.
—Espérame un momento Carolina. —Sacó su telefono y rodo los ojos al ver el identificador de llamadas, 12 llamadas sin atender de Layla.
—No se preocupe señor conteste, no hay problema.
Eithan puso un auricular individual en su oído y atendió la llamada.
—Si no te contesto es porque estoy en algo demasiado importante Layla.
—¿Importante? ¿Cómo qué? Una cena con una simple pobretona, mira Eithan, debemos fijar nuestro compromiso porque tu padre ya le dio la palabra a mi padre y hay un gran negocio de por medio, no quiero que haya nada más importante que nosotros dos, ¿Entendiste?
Eithan sintió vergüenza, porque los gritos de Layla traspasaba el auricular, y apenado se disculpó con Carolina.
—Layla, lo podemos hablar luego.
—¡No y no! Quiero hablarlo ya, ¿Estás con esa maldita mugrosa suicida? ¿Qué tanto le debes a esa mujer? Que ahora solamente estás con ella.
—¡¡Layla!! —Eithan se levantó de la mesa y se fue a atender la llamada a otro lado, no sin antes pedirle excusas de nuevo a Carolina —Mira Layla, agradezco todo el apoyo que me has brindado desde mi cirugía y también agradezco el hecho de que nuestras familias estén comprometidas con los negocios, pero no voy a permitir que me hables de esa manera.
—¡Te hablo como me da la gana! ¿En dónde estás Eithan?
—¡Que te importa Layla! Ahora jodete, vete con tus caprichos de niña pequeña a otra parte, porque conmigo no te funcionan, me fastidias.
Eithan le colgó la llamada, esa mujer lo sacaba de sus casillas, aún no se explicaba que hacía con ella, respiró profundo y regresó a la mesa, Carolina estaba sonrojada, avergonzada.
—Su novia está enojada porque está conmigo ¿Verdad?
—No sé de qué estás hablando Carolina, pero no es así
—Señor Sullivan, a mí no tiene que mentirme, yo escuché todo hasta cuando ella dijo mi nombre, lo mejor es que yo no me vuelva a cruzar en su camino.
Algo en el interior de Eithan se removió, su corazón se llenó de una inminente tristeza y tomó la mano de Carolina.
—No me digas eso por favor, eres la única persona agradable que me he encontrado por los últimos días.
—Eithan usted está confundido, —Carolina quitó su mano —Muchas gracias por todo, en realidad no sé qué es lo que está pasando, pero no quiero que usted ni yo tengamos ningún tipo de problema.
—Eso que quiere decir ¿Qué no vas a trabajar en la compañía? Las condiciones laborales son excelentes.
Carolina se quedó en silencio, pero su salvación llegó, cuando la mesera pasó dejando una nueva jarrita de café acompañada de dos galletas de la suerte.
—¡Ay, señor! —Suspiró Carolina mientras partía la galleta. Pero de nuevo se quedó en silencio cuando leyó el mensaje.
> Carolina enroló el papel asustada, ¿Quién cuidará siempre de mí? ¿Alejandro?
—Tengo que irme—resopló nerviosa, una extraña sensación estaba en el aire, y ella ya no quería experimentar lo que estaba sucediendo, superar la muerte de Alejandro y de su hijo le costó demasiado, para que hora le pasaran ese tipo de cosas.
—¿Qué pasó? —Eithan la miró confundido.
Ella no dijo nada, solamente sentía como su corazón latía a mil por hora, e internamente se repetía.
“¡No estoy loca! ¡Esto no es cierto! Es una simple casualidad, autorregúlate, Carolina, por favor”
—Es que, tengo algo que hacer con mi madre —Respondió tratando de evadir el tema
—Te acompaño—Dijo Eithan dejando un billete sobre la mesa.
—¿Qué? No, no es necesario, ya hizo demasiado por mí.
Eithan se dirigió hacia ella, estaba tan cerca de su boca que apenas podía sentir que respiraba el mismo aire, Carolina, era más baja que él y apenas levantó su mirada para poder observarle, de verdad que provocaba un centenar de emociones.
—No he hecho lo suficiente —Respondió Eithan mientras acercaba su boca a la de Carolina, ella se quedó perpleja, quieta, estática, incrédula.
¡Ella aún no había olvidado su gran amor!
—Se... señor , discúlpeme —Carolina se corrió hacia atrás, tomó su bolso y salió corriendo sin decir una sola palabra más.
Eithan simplemente subió los hombros, él estaba consciente de lo que hacía, pero no comprendía porque su corazón lo instaba a estar cerca de ella, su aroma lo enloquecía, su cara lo extasiaba.
A lo lejos, el espectro de Alejandro miraba a Eithan con orgullo, a su parecer, no se había equivocado en elegir el portador de su corazón, como el futuro amor de Carolina, solamente tenía una última misión, hacer que ellos se enamoraran. Aunque lejos estaba de imaginarse el gran trabajo que tenía que hacer.