Sin embargo, la presencia de Alejandro no podía estar siempre latente y en los momentos en los que Eithan era él solo, cualquier buen sentimiento desaparecía, la frialdad se hacía presente y poco recordaba a Carolina.
Esa noche llegó a su gran mansión, la casa de los Sullivan se encontraba a las afueras de la ciudad, ocupando un enorme espacio, sus grandes ventanales y sus puertas de madera caoba, eran solo una pequeña imagen de cuan lujosa era.
Al abrir la puerta, se le hizo extraño que todo estuviera en completa oscuridad, se acercó al switch de encender la luz y cuando la sala se iluminó, un montón voces gritaron al unísono.
—¡Sorpresa! —Sus padres, su hermano, y unos cuantos amigos lo estaban esperando, Eithan había olvidado que ese día era su cumpleaños número 30, al que nunca se imaginó que llegaría, como tampoco se imaginó que Layla también lo estaría esperando.
—¡Mi amor! Sorpresa—Layla se acercó y lo besó apasionada delante de todos los presentes, actuaba como si no hubiera pasado nada entre los dos, Eithan le correspondió el beso y se fue a saludar al resto.
—Gracias Layla, no me esperaba esta sorpresa —Eithan miraba a su alrededor, su sala estaba decorada con globos plateados, y sobre la mesa central, un gran aviso que decía “Feliz cumpleaños”, nunca antes los celebró, también había un ponqué con una vela en forma de signo de interrogación, como si fuera un secreto su edad.
—¡Hijo! —Sofia, su madre lo abrazó, llevaba mucho tiempo que no hablaba con él en persona y verlo le causó alegría.
—Mamá ¿Cuándo llegaron del país? —preguntó despreocupado, en ese instante, Gerald, su padre, se acercó y también le dio un abrazo.
—Feliz cumpleaños campeón, llegamos anoche a la ciudad, pero debemos volver mañana mismo a Alemania. Solo hemos venido por tu cumpleaños.
Eithan subió las cejas, fingiendo sorpresa, y le dio un palmada por la espalda a su papá.
—¡Gracias, de verdad! Es sorprendente verlos más de dos veces al año en el país. —aunque su voz estaba llena de un toque de ironía, sus padres no se daban ni por enterados, pues pensaban que él en realidad estaba muy feliz de tenerlos allí, y no es que no fuera así, pero Eithan no contaba con su apoyo, ni siquiera en sus momentos más oscuros, los Sullivan todo lo solucionaban con dinero.
Había alguien más en la fiesta de bienvenida, una persona que no se alegraba tanto con que Eithan siguiera vivo.
—¡Hermanito! —Samuel, su hermano adoptivo, tres años mayor que él, se acercó y lo abrazó de la forma más hipócrita, el rubio no soportaba la presencia de su hermano y mucho menos lo que había logrado, moría de la envidia cada vez que en las revistas de farándula, el nombre de Eithan Sullivan resonaba, sin embargo, nunca mostraba sus verdaderos sentimientos.
—Hermano —Eithan lo saludo menos efusivo —Que gusto me da verte por aquí
—¿Cómo no celebrar el cumpleaños número 30 de mi hermano favorito? Si es que llegue a pensar que no llegarías hasta aquí —Samuel soltó una carcajada irónica, su chiste fue tan malo que los presentes simplemente se miraron entre sí y no chistaron media palabra.
—Sí Samuel, suena divertido, pero es cierto, tampoco me vi llegando a este importante día ¡Que emoción!
Eithan recibió una copa de alcohol y comenzó a celebrar con sus amigos, desde el momento en el que le hicieron el trasplante de corazón y su vida tomó un nuevo giro, todos volvieron a ser sus amigos, pues ya podía celebrar a sus anchas, ir a fiestas, disfrutar de salidas, pero, sobre todo, gastar dinero, todos ellos eran unos interesados.
Sin embargo, él, con su actitud fría e irreverente, no soportaba más de dos horas compartir con los mismos, aunque su familia y los presentes lo alababan, ni siquiera esperó a que le cantaran el feliz cumpleaños, cuando ya quiso desaparecer.
Eithan, sin avisarle a nadie, se encaminó por las escaleras hacia el segundo piso, Layla, que estaba hablando presuntuosa con sus amigas, se dio cuenta y se fue detrás de él, casi llegando al segundo piso lo alcanzó.
—¿Qué pasó Eithan? Aun falta de la celebración, ¿Por qué estás así?
—Yo no pedí que me celebrarán nada, ahora, quiero descansar. —Layla lo tomó por la mejilla y se la acarició.
—¿Te sientes bien mi amor? Yo puedo consentirte—Sus dedos empezaron a rozar su cuello, erizando la piel de Eithan.
Eithan la miró seductor, ella era una mujer bastante deseable, con un porte espectacular y un cuerpo precioso.
—¿Dejarías a todos allá abajo por venirte conmigo?
Aunque esa era una pregunta muy difícil para Layla, pues la estaba pasando mejor que el homenajeado, debía quedarse con él, eso le ayudaría a mantener su posición social, y sería una de las mujeres más ricas y envidiadas del país.
—¡Sí! Por ti dejaría a todos y todo mi amor, además, nos debemos unas disculpas, y yo sé a la perfección como te gustan.
Layla dejó la copa sobre una pequeña mesa esquinera y lo tomó de la mano, lo condujo hacia su habitación, y cerró la puerta a sus espaldas.
—¿Yo te gusto mi amor? —Le preguntó Layla, mientras deslizaba sus manos por los tirantes de su vestido, haciendo que este cayera rodando por su cuerpo esbelto, Eithan la miró de arriba abajo, ella solamente tenía un seductor hilo n***o, que cubría en v su parte de adelante.
—Sí, me encantas, date la vuelta —Layla encantada y seductora, se giró y se puso en cuatro apoyos sobre la cama, él clavó su mirada en su redondo trasero, que solo estaba cubierto por la línea de la pequeña tanga, él se acercó con algo de malicia, y le dio una fuerte palmada en su glúteo derecho, haciendo que ella chillara.
—¡Ah! ¿Que fue eso? Dolió, pero me gusto
—Qué bueno que te haya gustado, porque a mí, me tiene volando.
Eithan se quitó el cinturón de su pantalón, se acercó a ella y le dio un azote suave en el trasero, luego se agachó y dejando su rostro frente a su trasero, con los dientes le saco la tanga de en medio de sus glúteos.
—¡Ah! Eithan, ¡Me encantas! —Expresó ella acalorada
Eithan se desnudo para quedar a la par con ella, su m*****o estaba tan erguido, que, si llegaba a entrar en ella, podría sentirlo hasta lo más profundo.
Layla quiso girarse para quedar de frente a él, pero Eithan no se lo permitió, comenzó a juguetear con su trasero, rozando su duro paraíso contra sus glúteos, dándole latigazos con este. Ella empezó a gemir, aunque no estaba completamente excitada, no le importaba fingir con tal de tenerlo feliz.
Mientras que él, si estaba completamente excitado, la sola ideas de someterla y volverla su sumisa, lo enloquecía, ella físicamente le gustaba, mucho más que como persona, porque si de eso se trataba, Layla exasperaba cada momento de su vida y solo lo hacía feliz cuando le entregaba su cuerpo.
Le apretó las nalgas y la hizo brincar, él no le daba un solo beso en la piel, solamente acariciaba su cuerpo, pero lo hacía de una forma indiferente, solamente para gozar de sus atributos.
—¡Quiero besarte! —Layla le suplico para que él la dejara girarse y poder ponerse en su misma sintonía, pero Eithan no besaba mientras tenía sexo.
—Quédate quieta Layla—Eithan introdujo dos dedos en la cavidad de la mujer, ella fingió un gemido, él sabía a la perfección que lo hacía, porque no sentía su humedad, pero le seguía la corriente.
Sin embargo, con el movimiento de sus dedos dentro de su hendidura, provocó que en Layla, aparecieran unas cuantas contracciones y sus fluidos empezaron a chorrear, los gemidos de la mujer se intensificaron al igual que sus movimientos, y su cadera empezó a retorcerse.
—¿Qué me estás haciendo Eithan?
—Dándote placer—le soltó cortante
—¡Oh sí cariño! Dame placer.
Mientras Eithan le daba pacer, con su mano libre se daba auto placer, sus movimientos eran acelerados y provocaban más excitación en ambos,
Layla gemía tan fuerte que podían escucharla en la sala los invitados, y eso parecía importarle muy poco a Eithan, pues él también estaba al rojo vivo. Después de unos cuantos minutos de calentar a su mujer, se fue hacia su mesa de noche y sacó un preservativo, con destreza lo abrió, cubrió su gigante compañero y sin mirarla ni siquiera a la cara, la tomó de nuevo por la cadera y se introdujo en ella con salvajismo. Layla apenas chilló.
—¡Oh Eithan más duro! —Con cada petición, él incrementaba la fuerza, y sus movimientos eran cada vez más rápidos, él disfrutaba la vista de su espalda, sus glúteos redondos saltando a medida que él chocaba sus caderas contra las suyas.
Apenas con sus manos apretaba el menudo cuerpo de su novia, que hacía lo que fuera por tener ese lugar, inclusive aguantar su indiferencia y falta de sensibilidad a la hora de hacer el amor
De repente, cuando Eithan estaba a punto de explotar dentro de Layla, un aura invadió su habitación y su corazón comenzó a latir agitado, pero no era por la emoción de la proximidad de su orgasmo, ese latido era diferente, uno que le impedía a seguir dentro de la mujer.
Alejandro, de la nada, hizo presencia en la habitación, el vacío que había en su pecho por la falta de su corazón apenas se asomaba y sentía dolor al ver como Eithan poseía con tanta indiferencia a esa mujer, eso no era lo que él quería para su amada, pues cuando Alejandro amaba a Carolina, besaba hasta el último centímetro de su cuerpo y se preocupaba porque ella también disfrutara.
Eithan era un egocéntrico, no era mal amante, solo que guardaba su ternura y entrega para una mujer que realmente lo mereciera y hasta ahora, Layla no se había ganado ese lugar; sin importar lo que estaba sintiendo, Eithan continuó, lo único que le importaba era desahogarse, vaciar sus testículos y descansar.
Cuando su m*****o se tensionó y el orgasmo llegó, emitió un grito gutural, se derramó por dentro de Layla, a pesar de que ella estaba excitada no había alcanzado la cúspide, pero no le importó y gritó muy falsa:
—¡Oh si! También me corro para ti.
Eithan salió de ella , se quitó el preservativo y se aseguró de desecharlo en un lugar seguro.
—Layla, necesito descansar —le dijo en un tono muy seco
—Claro, mi amor —Layla destendió las sábanas y se acostó en su cama, Eithan rodó los ojos y cruzó sus brazos.
—Contigo no puedo dormir Layla, vete a otro cuarto, o sal a la fiesta.
Layla quiso desfallecer, no comprendía su frialdad, pero ella había aprendido a conformarse con eso, apenas hizo un gesto de aceptación con la boca, se colocó sus pequeños pantis, su vestido.
Pasó por el baño privado de Eithan, se organizó un poco, y salió de su habitación sin decir una sola palabras. Eithan, en el fondo de su corazón se sintió mal, y por una extraña razón pensó en Carolina ¿Cómo sería hacer el amor con ella?
Alejandro, que estaba sentado a su lado, recordó que hacer el amor con su esposa, era la sensación más maravillosa, pues su corazón se aceleraba de la emoción por hacerla feliz. Daría lo que fuera por sentir esa sensación una última vez, una sola nada más.
Eithan no pudo conciliar el sueño, solo hasta la madrugada lo logró, todos celebraron su cumpleaños sin él.