Carolina comenzó a parpadear despacio, apenas sus sentidos conectaron con su cerebro, reconoció que no estaba en su casa, y la situación en la que estaba metida, su madre aún seguía en el hospital y ella amaneció en los brazos de su jefe. “¡Mierda!” Pensó —¿Dormiste bien? —La voz arrulladora de Eithan la sorprendió Carolina apretó sus labios y subió la sábana cubriendo su pecho. —Buenos días, si muy bien Eithan se lanzó y le dio un dulce beso en la boca, que la hizo morir de la vergüenza, pues no se había lavado los dientes —Preciosa, no tienes idea la felicidad que tengo por estar a tu lado, amanecer contigo, es como amanecer en el mismo cielo. Carolina, sin decir una palabra, temerosa por tener mal aliento, le esbozó una sonrisa con la comisura de sus labios y se levantó d