Personas de las más variadas clases subían rápidamente por la empinada rampa que conducía a las cubiertas del barco, donde eran recibidas por los camareros de chaquetilla blanca. Los oficiales, resplandecientes con sus uniformes blancos de galones dorados, observaban la llegada de los pasajeros para dar la bienvenida a los más importantes. —Tenías mucha razón, ¿sabes?— comentó Vivian. —¿A qué te refieres?— preguntó el profesor. —Al temor de los viajeros ante lo desconocido. ¿Recuerdas que discutimos eso durante el último viaje que realizamos juntos? Nunca he olvidado esa conversación, ni tu teoría de que los viajes son una innovación de este siglo y la gente aún no se ha aclimatado del todo a ellos. El profesor dejó oír su risa característica, breve y baja. Vivian sintió que se le op