31

1882 Words
¡Lo hiciste muy bien pequeña leona!. - Dijo dando pequeños aplausos con una gran sonrisa. -¿Desde hace cuanto tiempo estás ahí?. - Exclamé asombrada. -En alma siempre, en cuerpo hace unos minutos. Solté una pequeña risa. - Si no dices algo similar a eso, no eres tú. -Tú me vuelves así. - Respondió con una media sonrisa. De pronto escuché unos pequeños maullidos que cada vez se acercaban, bajé mi mirada y era Sergei el gato de Evans aproximándose a nosotros, así que emocionada me agache ansiosa para acariciarlo. - ¡Trajiste a Sergei! Aaww que adorable. -¿Quien yo? Gracias. - Agregó Evans. - Tú no idiota, me refiero a Sergei. - Repliqué. -Finjiré que no me dolió. Reí por su comentario mientras acariciaba al gato; no obstante Evans se agachó para acariciarlo también. -Tiene unos grandes ojos hermosos. - Añadí. -Igual que los tuyos. - Dijo mirándome por unos segundos. No respondí ante su halago, simplemente sonreí tímida; había un silencio incómodo, por lo que apartaba mi mirada, a medida que acariciábamos el gato nuestras manos rozaron imprevistamente, lo que lo hizo más incómodo, así que me levanté rápidamente simulando arreglar mi cabello. -Oye... -¿Qué?. - Pregunté nerviosa. -Sabes que anoche... -¡Ni menciones eso por favor!. - Manifesté avergonzada. > No quería que dijera nada de lo que había pasado anoche, estaba completamente ebria, lo que sea que fuese dicho o hecho fué únicamente por causa del alcohol; yo no podía recordar con claridad, solo tenía algunas lagunas en mi cabeza y si él nombrase algo sobre aquello me irritaría demasiado. -Anoche... -¡La la la la la...! ¡no escucho nada...! -¡Anoche Sergei estaba mal!. - Exclamó Evans levantándose. -¡¿Qué?!... -Así es, ¿que pensabas que diría?... ¿Sobre lo otro que pasó anoche?... - De un momento a otro su pasivo rostro cambió a una expresión intimidantemente pícara y a su vez acercándose hacia mí lentamente. -¿Q-que? N-no, ¿qué te-tenía Sergei?.  Los nervios me carcomían, a medida que él se acercaba yo daba un paso hacia atrás; mi mente estaba completamente bloqueada, no podía accionar a otra cosa, él solo se acercaba sin decir nada más. Había retrocedido tanto que choqué con la baranda del puente y él se acercó hacia mí aproximadamente dejando unos pocos centímetros de distancia entre nuestros rostros, su brazos se afincaron de las barandas dejándome a mí en medio de ellos, aquella sensación era extraña quería correr pero mi cuerpo no respondía, mientras más se acercaba, mi cara se calentaba y mis labios se resecaban, estaba tan nerviosa que apreté mis labios a la vez girando la dirección de mi rostro, y él mofando se alejó riendo. -¡¿Qué te pasa idiota?! ¡¿acaso quieres burlarte de mí?!. -¿Por qué lo dices? ¿querías que te besara?... Entonces voy. - Añadió con astucia acercándose nuevamente. -¡N-no!, ¡¿estás loco?! ¡aléjate!. - Exclamé irritada. Intenté empujarlo pero tomó mi brazo halándome hacia él para finalmente abrazarme, colocó sus brazos al rededor de mi cintura recostando su mentón en mi cabeza. -Que linda te ves sonrojada, te amo pequeña leona. Mi oído reposaba en su pecho pudiendo escuchar sus fuertes latidos como el sonido que emite el bombo de una batería. No estaba segura de mí, solo quería huír porque los nervios me consumían, era inexplicablemente extraña esa sensación. Más sin embargo, sentí una repentina inquietud. Me alejé avergonzada, y él se angustió. -¿Que ocurre?. > -Una emergencia. Mis piernas comenzaban a temblar mientras trataba de retenerme. -¡Oh ya entiendo!. - Respondió Evans apenado. -Iré a mi casa de inmediato. -Está muy lejos, mejor vayámos a mi casa por aquí cerca, no vas a aguantar hasta la tuya. -Me da pena. - Comenté conteniéndome. ¿Ir a su casa? O al menos la de su abuela. Nunca había ido ya que mi padre me prohibe formar una relación amistosa con un chico por lo tanto mucho menos me permite ir a su casa. En este caso no estaba cerca de mi padre, así que podía ir, aunque me causaba un poco de nervios, no lo negaba, no tanto por las amenazas repetitivas de mi padre, si no por que se trata de ir junto a Evans luego de esos momentos embarazosos. -Olvida eso. - Concluyó tomando a Sergei y mi mano para llevarme corriendo. Íbamos corriendo a toda velocidad, él era quien me conducía hasta su casa ya que yo no sabía con exactitud; mi mano estaba casi helada pero su cálida mano hizo que la mía entrara en ambiente. > Lo miré y él me miró también, así que aparté raudamente mi mirada. Ninguno dijo palabra alguna hasta que finalmente llegamos a su casa y nos detuvimos. -Ya me puedes soltar la mano. - Dije tratando de soltarme. -¡Oh! cierto. - Asintió riendo. - Tu mano es como la de una niña pequeña. -¡No te burles tonto!. - Respondí volteando mis ojos a propósito. Él despeinó mi cabello con su mano haciendo una tierna sonrisa. -¡Ya abre la puerta!. -Calma señorita impaciente. - Sacó las llaves del bolsillo de su pantalón y abrió la puerta.-Al final del pasillo está el baño.  En cuanto indicó, me dirigí presurosa al final del pasillo para llegar al baño. > Golpee la pared del baño llena de coraje y tropecé con un frasco de perfume casi vacío que estaba cerca del lavamanos cayendo al suelo produciendo ruido, apenada recogí los restos de vidrio y los introduje en una bolsa que me había encontrado ahí mismo para lanzarlo en la papelera y secar el resto de perfume con un paño, luego de haber usado el baño, lavé mis manos y salí tratando de actuar normal. -¿Todo bien pequeña?. -Sí, ¿por qué lo preguntas?. - Sonreí nerviosa. -Escuché varios ruidos, pensé que algo había pasado. -¿Acaso estabas espíando?. - Añadí fingiendo molestia. -Para nada, simplemente todo aquí se escucha perfectamente. > -¿Y tu abuela?. - Agregué evandiendo su tema. -Está dormida. -¿Solo estás con tu abuela?. -Y la señora de servicio que me ayuda a cuidarla, ella también está dormida, ¿por qué?... -Por nada, solo curiosidad. - Sonreí finjidamente. -Apropósito, verdaderamente me impresionó verte bailando después de tanto, por fin lo superaste, estoy orgulloso de tí. -En realidad, estoy en medio de ese proceso. -¿Como así?. Suspiré y aparté mi mirada pero a través del rabillo del ojo pude ver como me miraba esperando a que le respondiera su pregunta. - Cuando escucho música clásica o aquella que solían poner en mis prácticas de ballet, comienzo a bailar instintivamente pero luego me ataca la crisis de nervios, y tengo que detenerme, aunque últimamente he podido avanzar un poco más. -Eso es porque piensas en esos malos recuerdos, trata de sustituir aquello por algo que te traiga paz y verás como funciona, pero de verdad me enorgulleces pequeña leona. -Gracias por eso. -¿Quieres comer algo?. - Sugerió. -No, yo ya comí gracias, más bien ya debo irme... ¡Ey! Espera un momento... Con razón te veía extraño. -¿Qué?. -Tienes mi suéter favorito, dámelo antes de irme. -¡Ah esto!. Miró el suéter y comenzó a sacárselo, a medida que se subía el suéter iba dejando expuesto su marcado abdomen seductor, pero en cuanto lo ví inmediatamente cubrí mis ojos con ambas manos y me voltee dando la espalda completamente incómoda con el rostro tediosamente caliente. -¡Idiota! ¡pero no hagas eso frente a mí!. - Manifesté irritada. Solo pude sentir su pesada risa, así que molesta voltee para reclamarle pero aún no se había cubierto por lo que giré avergonzada nuevamente cerrando mis ojos. -Te pierdes de admirar a esta majestusa escultura. - Añadió refiriendose al él mismo. -Nadie quiere ver tu patético cuerpo. Él volvió a reír por mi comentario. > Inesperadamente sentí algo suave en mi cabeza, abrí los ojos y era mi suéter. -Ya puedes venir pequeña. - Añadió riendo. Abrí los ojos nuevamente; había abierto la puerta y se había colocado una gran camiseta negra, estaba de pie en la puerta esperándome. -Bien, ya me voy, gracias por prestarme el baño. -¿Te acompaño?. -No gracias, puedo ir sola. Sergei se acercó hacia mí mirandome fijamente. -A Sergei también le agradas y mucho. - Dijo Evans. Me agaché y lo cargué acariciándolo. -Es tan tierno. -Si quieres te lo puedes quedar. -¡¿Enserio?! ¡¿de verdad?!. -Sí. Di pequeños saltos de emoción. -¡Ay gracias! Aunque... A mis padres no le gustan las mascotas... Pero podría tenerlo en mi habitación oculto. -¿Es enserio?. -Ellos son complicados. - Dije en un suspiro. -Lo imaginé... ¿pero segura que no te meterás en problemas por Sergei?. -Si lo mantengo oculto todo bien. Él suspiró y me miró notablemente preocupado, pero yo quería tener a Sergei, siempre quise tener un gato como mascota y nunca pude, ahora que se me presenta la oportunidad de tenerlo no la desaprovecharía. Envolví a Sergei en mi suéter favorito camuflajeandolo en él. -Ve con cuidado pequeña, me escribes al llegar a casa. - Manifestó con angustia. -Vale. - Le hice una pequeña sonrisa para que no se preocupara. Borré inmediatamente la sonrisa de mi rostro una vez que marché rumbo a casa con mi gato envuelto en el suéter, por un momento pude sentirme bien pero solo era una diminuta ilusión que desvanicía al volver a la realidad de mi vida, cuando pensaba en mis padres, en mi al rededor, lo poco casi meticulosas pequeñas cosas agradables que vivía eran nada más que una corta ilusión. En el camino iba perdida en mis pensamientos mientras acariciaba a Sergei, mi mirada estaba puesta en los grandes e iluminados ojos de aquel pequeño gato blanco que ahora me pertenecía. Ya comenzaba a pegar un frío inhóspito en una fuerte brisa provocando el movimiento de los mechones sobresalientes de mi cabello, comenzaba a sentir frío incluso con un suéter puesto, los árboles cercanos se estremecían con fuerza logrando emitir el sonido del choque entre hojas, lo mejor era que todo el camino estaba solitario; ese tipo de ambiente me agradaba pero sin embargo por alguna extraña razón me sentía inquieta sin saber el por qué, simplemente seguí avanzando en todo el camino sin detenerme ignorando a mi afanosa conciencia, pero para mi sorpresa extemporáneamente me tomaron por la espalda. -Evans te dije que...
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD