DAMARIS
El vestido de novia blanco me pesa sobre el cuerpo. Mi cara ya está pintada con maquillaje, apenas me reconozco en el espejo. Mi pelo castaño está recogido en un moño de sirena, y el velo de novia está unido a la tiara que llevo en la cabeza.
Hoy parezco una princesa, por primera vez en mi vida, me siento una persona especial.
Me he enterado de que el hombre con el que voy a casarme es un italiano llamado Samuel Carson, que al parecer se divorció de su anterior esposa hace dos años, tiene un hijo llamado Aarón Carson, que actualmente tiene seis años, y de alguna manera tuvo que volver a casarse para evitar más cotilleos y paparazzi sobre su reputación.
Nunca pude entender.
—¿Damaris Paterson? — Veo a una mujer de unos cincuenta años y a un hombre mayor a su lado.
—Sí, ¿puedo ayudarle? — La pareja de ancianos me mira de arriba abajo, parece que están observando mi atuendo.
A juzgar por sus rasgos, parecen estar relacionados con el que pronto será mi marido.
—Encantada de conocerte, soy Juliana y este es mi marido, Francisco Carson, y, somos los padres de Samuel.
Se me abren los ojos. Así que son los padres del multimillonario que me secuestró y me pidió que fuera su esposa sin dudarlo.
—Oh, perdón, no lo sabía.
les saludo inmediatamente.
A juzgar por su expresión inexpresiva, no parezco caerles muy bien, pero tampoco me odian.
—Estamos agradecidos de que Samuel haya decidido volver a casarse.
Hay lágrimas en los ojos de la señora Carson.
Y hay una pausa.
—incluso con alguien a quien ni siquiera conocemos todavía— hay un tono sarcástico en la frase.
—Yo tampoco quiero.
Después de una pequeña charla con ellos, se fueron, y era hora de que yo hiciera la ceremonia.
La música de la boda comienza a sonar, miro a mi alrededor nerviosa, ya que no tengo a nadie que me acompañe durante el camino hacia el altar, ya que no quiere buscar un sustituto de mi padre.
No hay mucha gente, en realidad, era demasiado pequeño para un multimillonario como él.
Me dijo que tendríamos una boda privada, pero desde luego es PRIVADA.
Veo a sus padres, a algunas personas que parecen parientes y hermanos suyos, y también al sacerdote que han alquilado específicamente para esta ceremonia.
—Puedes besar a la novia— con esas palabras, realmente me besa en los labios.
Sabía que íbamos a besarnos, pero no estaba preparada para esto.
Con eso, escucho un gran aplauso de la audiencia.
Bien, sólo un poco más, Damaris, sólo un poco más.
Una vez terminada la ceremonia, saludamos a todos los invitados.
Me refiero a todos y cada uno de los invitados.
Me presenta a sus padres, a los que he conocido antes, y también a su hermana mayor, Celia, que parece una mujer muy madura y sofisticada, y a su hermana pequeña, Amara, una fashionista que viene con su prometido Lucas.
También conozco a su mejor amigo y socio en el crimen Rafael Rockford, que aparentemente es un gran mujeriego.
También conozco a su primo más cercano Fernando Carson y a su mujer Lorena y a su tía Elisa Rosette.
Al parecer, no tiene muchos parientes.
—Nunca imaginé que se casaría de nuevo—, dice Ágata con expresión de incredulidad.
—Entonces, ¿cómo os conocisteis? — dice Celia mientras da un sorbo a su copa de champán.
—Es una larga historia— dice él mientras finge una sonrisa. Parece que nunca les ha hablado de mí.
Bueno, ciertamente fue repentino.
—Tío, nunca pensé que conseguirías una chica así— dice Rafael mientras pone una mano en el hombro de Samuel.
—Por cierto, quiero recoger a tu hermana mayor primero, nos vemos.
Lo veo irse con una mirada confiada en su rostro.
—
Por fin está todo hecho.
Entro en la habitación del hotel. Me han quitado mi largo vestido de novia y lo han sustituido por un camisón blanco.
—¿Dónde está Aarón? — Le pregunto, sólo por curiosidad.
—Elisa se ocupa de él esta noche, mañana por la tarde iremos a recogerlo a su casa.
Se quita el top, mostrando unos abdominales que nunca había visto antes.
Está musculoso y bien hecho, revelando un hermoso rasgo de bestia en forma humana.
La visión que tengo ante mí me parece surrealista, nunca había imaginado poder tener contacto real con un hombre como él.
Se tumba a mi lado en la cama y yo me alejo un poco de él.
—En vez de pensar en él ahora, ¿por qué no pensamos en nosotros mismos?
—¿Qué quieres decir?
Su sonrisa se convierte en una risita.
—Estamos casados, no hay nada más que ocultar.
Al final se acerca a mí. Y empieza a besarme apasionadamente.
He besado a alguien antes en mi vida, pero este beso en particular es increíble.
No pude resistirme y le dejé hacer todo lo que su corazón deseaba.
Y antes de que nos demos cuenta, estamos llenos de deseo y nos entregamos el uno al otro.
—Amor— no es la palabra adecuada.
Pero en realidad no importa ahora.
Sólo quiero disfrutar de este momento que probablemente no vuelva a vivir en toda mi vida.