Alessio Tenía algo que hacer en Berkeley. Se podría decir que estaba para ver a mi prometida, más después de la llamada inusual que tuvimos, no obstante, estaba ahí por otra buena razón: tenía que dar un buen escarmiento, uno que diera un mensaje. Caminé con calma hasta la habitación de mi objetivo, toqué y sonreí porque no solo había nadie en el pasillo, sino porque mis hombres se encargaron de las cámaras, lo que me daba algo de chance antes de que el prefecto principal se apareciera a dar las rondas. Cuando el chico abrió la puerta, se sorprendió al ver a un hombre con una máscara dorada, así como con un traje hecho a medida. —Lo siento, no lo conozco, ¿está perdido? —No, estoy donde debo de estar, listo para partirte los huesos —le respondí con una sonrisa macabra. Antes de q