Pov Ana Paula. «Después que partió me quedé con la mente en blanco y el corazón apretado. Dolía, era doloroso saber que la misma mujer que te dio la vida te cambió por la de ella. No me sorprendía de mi madre, hasta donde recuerdo poco le importaba, desde que aprendí a cocinar dejó de contratar empleada y yo misma me preparaba la comida. Ella pasaba mucho tiempo en la calle, y cuando estaba en casa pasaba durmiendo. Rara vez se sentaba a mi lado y entablábamos una conversación, era muy fría y distante. A diferencia de ella, mi padre era un poco más amigable, pero durante cinco años, lo vi solo tres veces. Quizás por eso cuando llegaba se comportaba afectuoso conmigo. Limpiando las lágrimas salí de esa habitación, me dirigí al sótano donde tenía mis cuadros, aquellos que había pintado