—¿Cómo es eso que estás pensando en desistir de Francia para no dejar a tu novio? —No quiero separarme de Keith —fue la respuesta de Samantha. Entendía que Samantha estaba ilusionada con el tema del cariño que sentía por el muchacho, pero eso no podía ser más fuerte que sus sueños e ilusiones. Lo de Keith era un romance de jóvenes, sin experiencia en la vida. Lo que sentía cambiaría al paso de los años y luego se arrepentiría de no elegir el camino correcto. Ella me comentó que él estaba tan orgulloso como yo, y tampoco quería que ella se quedara en Nueva York. —¿De dónde sacaste esa idea, Samantha? —le pregunté. —De lo que dice mi corazón. —¡Tú corazón es el de una chiquilla que no sabe lo que quiere! —protesté al elevar las manos y señalarle que no era correcto lo que hacía—. No pue