Subí las manos por su espalda y miré atrás una vez más, donde se encontraba Ellie de brazos cruzados, esperando a igual que Clarice una respuesta válida a ese ataque de locura que de pronto sentí. ¿Sería correcto decirle que veía a Ellie? Era evidente que la respuesta era no, pero no negaría que cruzó por mi cabeza. En su lugar, opté por colocar una mentira sobre otra y así cubrir parte de la demencia que comenzaba a surgir. —No es contigo, cariño. —Besé su mejilla y la solté para que cayera sobre sus pies y se desprendiera de mi cuerpo—. Es que no me siento bien. —Debe ser por el viaje —articuló ella, un poco confundida con el asunto, mas no profundizó el tema o sacó el manual de experta en psicología—. Ahora vas a dormir, mientras compro algo en la tienda para cenar. ¿Estarás bien solo