Regresar a mis tierras nunca fue tan difícil. Sentía un gran vacío por dentro, como si la persona que los llenaba se hubiese alejado de mí. Sabía que era ridículo pensar que Andrea todavía estaba enamorada de mí, pero guardaba esas esperanzas. Ella no podía olvidar algo que no quemó el alma y alertó al corazón sobre el amor. Lo nuestro no fue un amor convencional o estacionario; fue algo que traspasó el límite del tiempo. Ella seguía igual de bella que siempre, con el cabello más corto y ropa más elegante, pero en el interior seguía siendo la misma chica que casi mató el caballo al que subió para buscar su teléfono. Todo el camino de regreso a Memphis pensé en ella. No podía quitármela de la cabeza, siendo la única mujer en la que pensaba. Y me sentía mal por ello. Era un hombre casado y