Permanecí a su lado un rato más, hasta que un golpecito en la puerta de la habitación me hizo levantar. Las personas en la puerta giraron la manija y entraron, con cuatro globos de helio y las insignias de “Feliz nacimiento”, “Es un varón”, “Felicidades”, y “Bienvenido al mundo”. Ezra los llevaba en su mano izquierda, junto a un ramo de flores de colores que adornaban su mano derecha, y una enorme sonrisa. —¿Se puede? —preguntó al asomar la cabeza y los globos. —Claro. Entró, seguido de Skyler. Se abalanzó sobre mí y depositó un apretado abrazo en mi cuerpo. El olor a jabón de baño impregnó mis fosas nasales, junto a un ausente aroma a perfume varonil. Él dijo algunas cosas en mi espalda, como felicidades o sé que serás buen padre, aun cuando apenas era mi primer hijo. Ezra tenía las es