Narra Maximiliano.
Entré al trabajo con una nube de tormenta sobre mi cabeza y podía sentir a todos los que pasaba tratando de no mirarme. Llegué tarde, lo que no había sucedido de forma imprevista en tres años, pero simplemente no había querido ir al trabajo. No había querido ver el escritorio vacío de Ava. No había querido aceptar el hecho de que la había perseguido sin intentarlo realmente. No había querido pensar en por qué su ausencia me afectó tanto y por qué estaba tan disgustada. Podría haberme ido de vacaciones. Yo era el dueño y podía hacer lo que quisiera. Pero, no pude. Estaba preparado para otra mañana agria para convertirme en otro día agrio, casi abriendo la puerta de mi oficina, pero me detuve en seco cuando vi una taza de café humeante de mi lugar favorito sentada en mi
